En la programación de citas de música clásica de esta nueva temporada hay una coincidencia que, como poco, es especial: dos de estos conciertos serán dúos protagonizados por madre e hija.

Curiosamente, ambas madres harán sonar el piano, mientras que las más jóvenes se encargarán del violín. Así, Mavi Cortés (la madre) y Helena Blanco (la hija) subirán juntas al escenario en el marco de la edición número 25 del Festival d'Hivern, el próximo 5 de septiembre en Sóller; y Rumiko Harada (madre) y Mayu Sargent (hija) harán lo propio en la octava edición del festival Nits Clàssiques de la Tramuntana, en el Claustre de Sant Domingo de Pollença el día 3 de septiembre.

Las cuatro están ilusionadas y entusiasmadas por este encuentro familiar sobre los escenarios.

Mavi Cortés asegura que "cuánto más trabajas con una persona, más te entiendes sobre el escenario". Junto a su hija Helena, que tiene 13 años y empezará en septiembre el tercer año del grado profesional del conservatorio, llevan años haciendo música. "Es cierto que a veces cuesta, porque tienes tanta confianza que es casi inevitable dejar fuera de la sala de ensayo los roles de madre e hija", comenta Cortés, mientras su hija asiente, tímida. Confiesan que, para ponerse a trabajar en serio desde la profesionalidad, un día tuvieron que entender que "dentro de estas cuatro paredes" no son madre e hija, sino dos instrumentistas que hacen música juntas. En su recital, interpretarán un repertorio con piezas cortas muy diferentes y de distintas corrientes, desde el clasicismo a la música nacional española pasando por el romanticismo. "Habrá alguna piezas más líricas y otras más virtuosas", señala la veterana, Mavi Cortés, que está muy emocionada por esta cita: "Helena escucha música desde antes de nacer, y que este concierto coincide también, aunque no sea en el mismo festival, con el de Mayu Sargent y Rumiko Harada, que son dos profesionales a las que admiramos mucho, es un auténtico placer".

Su programa está formado por el Ave Maria de Cugnot, el fragmento Meditación de la ópera Thais, de Jules Massenet, la danza n. 1 de La vida breve de Manuel de Falla; y algunas no tan conocidas de Bériot, Rieding o Mozart.

Mayu Sargent, que estudió violín con Ramón Andreu y Barry Sargent (su padre), se ha profesionalizado en Colonia y en Amsterdam, está especializada en violín barroco. Tenía una agenda repleta de conciertos que se han cancelado por la crisis sanitaria, así que la cita del 3 de septiembre junto a su madre, Rumiko Harada, en el piano le apetece mucho. Aun así, y como hija de músicos, apunta que "no siempre es fácil" tocar junto a ellos. "No dejan de comportarse como padres y en estas relaciones existen unas exigencias y presiones que a veces no dejan que saques lo mejor de ti. Tienen las expectativas muy altas sobre los hijos. Además, al ser músicos intentan definir tu forma de tocar", explica. Al final, dice, lo que hay que hacer es defender la manera en que una se ha definido como músico.

La primera mitad del concierto de Harada y Sargent será francesa. Arrancarán con la Sonata per violí i piano de Poulenc, una pieza escrita en 1942-43 que tiene "mucho carácter y es muy impresionista", según apunta Sargent. Después interpretarán Tzigane (1924) de Ravel, una pieza "muy virtuosa". Para acabar, viajarán hasta Rusia con una obra "extremadamente oscura y bella": Sonata en fa menor para violín y piano de Prokófiev, que se escribió a lo largo de casi diez años (entre 1938 y 1946) durante la Segunda Guerra Mundial.