La parroquia de Sant Nicolau presentó ayer la obra conjunta de la dormición de la Virgen y su tálamo completamente restaurada. El proceso, tras la autorización de la vicaría episcopal de Patrimonio, se ha llevado a cabo por el taller de restauración Xicaranda y se ha prolongado durante cinco meses con su inicio a finales del 2019. La pieza, datada en torno al siglo XVIII, ha sufrido todo un desarrollo de reparación por fases.

Un trabajo, interdisciplinar, que antes de intervenir en su restauración, se han realizado unos estudios previos, llevando muestras a dos laboratorios catalanes especializados en maderas y pigmentos, para conocer así la composición de la obra. Además, la clínica Rotger ha realizado una serie de pruebas radiológicas con el fin de que el equipo de restauración supiera la composición interna de la pieza.

"Hemos comprobado que es una imagen hueca de escultura ligera compuesta por listones de madera y tela encolada, excepto la parte de la cabeza y las manos que es madera tallada de pino laricio", confirmó Alfredo Claret, del equipo de restauración. Posteriormente, se ha actuado ya en el propio objeto empleando lámparas de mucho aumento, bisturís y la limpieza de la pieza con ultrasonido.

Preguntado por la parte de la obra que ha supuesto una intervención más exhaustiva, Claret afirmó la parte de "las manos y la cara". Isabel de Rojas, restauradora y también integrante del equipo de restauración, ha explicado el cambio más vivo que ha habido en la Virgen. "Se le ha transformado la estética porque se apreciaba una Virgen muerta, ya que estaba pintada en blanco, negro y gris. Cuando se ha eliminado esta intervención realizada hace muchos años, ha aparecido unas carnes mucho más rosáceas y más amables. Ahora indica, además, como me ha comentado el párroco, una virgen dormida y no muerta", ha comentado Rojas, que ha añadido como la parte del tálamo ha sido costoso, de la misma manera que las carnaduras, debido a su estado de conservación, especialmente las patas representadas como garras de león.

Por su parte, Bernat Oliver, párroco de Sant Nicolau, se mostró "muy satisfecho" con el trabajo llevado a cabo en la Virgen y su tálamo. Asimismo, ha destacado postivamente también el nuevo semblante de la Virgen: "Ahora la cara se ha humanizado. La expresión de la cara ya no es la de una persona difunta, sino de una persona viva. Esta obra representa que la madre de Dios no se corrompió en un sepulcro".