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Directos en la retina

Ray Charles: Ritmo, blues y agotamiento

El mítico cantante y pianista vino a Mallorca para realizar conciertos en cuatro ocasiones, tres en Palma y una en Inca. Recordaremos la primera de ellas, cuando actuó en Tito's en 1972

El músico, a su llegada al aeropuerto de Palma.

Tito's, en las primeras décadas de la segunda mitad del siglo pasado, fue una sala de fiestas de referencia mundial. Por ella pasaron algunos de los artistas más famosos del momento: cantautores, cantantes de cabaret, chançonieres, figuras míticas del jazz y del pop. Bastaría citar los nombres de Marlene Dietrich, que nada más entrar en la sala comentó "esto parece un circo", Shirley Bassey o Sacha Distel, que, según recordó Montse Terrassa en un muy exhaustivo artículo en este periódico hace doce años "fue desnudado literalmente por sus fans nada más entrar en la discoteca". Del concierto de la Dietrich escribió Tomy M. Jaume en el digital Mallorca Confidencial hace un año: "La artista alemana cantó en Tito's en 1973 junto a doce músicos desplazados para la ocasión de Barcelona. Según parece, algunos de ellos fueron despedidos antes del concierto por la considerada como la novena mejor estrella femenina de todos los tiempos según el American Film Institute".

Volvamos al artículo de Montse Terrassa, que ayudará a clarificar la importancia de Tito's en aquellas décadas: "Desde finales de los 50 y hasta finales de los 70, esta discoteca fue uno de los locales de actuaciones más famosos de Europa, que atraía a primeras figuras del panorama musical" (€) "Tito's no era un local nuevo, funcionaba desde la década de los 20 del siglo pasado, pero a finales de los 50 se produjo un cambio. Un empresario ruso compró la sala de fiestas (€) y llegó a construir su vivienda sobre Tito's".

Pues bien, en ese espacio de reconocido prestigio actuó Ray Charles en 1972 en la que sería su primera visita a la isla, ya que posteriormente daría otros dos conciertos en Palma, el 8 de septiembre de 1981 en el Palau d'Esports de Son Moix y el 8 de julio de 1982 en el Auditòrium, así como uno en Inca en 1997 (Inca se rindió al rey Charles titulaba su crónica L. Olmo en Diario de Mallorca).

El evento en Tito's tuvo lugar el 23 de septiembre. Según escribía en Diario de Mallorca Planas Sanmartí al día siguiente y relatando la llegada del artista al aeropuerto sobre las dos de la tarde del mismo día del concierto: "Parecía tremendamente agotado. Mientras, fumando un cigarrillo que chupaba colgándole de la comisura de los labios, andaba encorvado, torcido y con paso cansino arrastrando su humanidad (...) parecía un hombre insignificante y enfermo, derrotado, que esbozó un par de sonrisas forzadas a petición de los fotógrafos y se metió en un gran coche con destino a Palma".

El historiador Tomeu Canyelles, en su tesis doctoral Nous estils musicals i canvis socials a Mallorca (1960-1975) y de obligada lectura para entender cómo era la Mallorca musical en aquellos años, escribe: "Tito's aprovechó para contratar al artista para dos actuaciones." Y prosigue más adelante: "Los honorarios para unas actuaciones de estas características eran entonces de 10.000 dólares". Una cantidad muy considerable si tenemos en cuenta que un dólar de aquella época se ha multiplicado por más de seis por lo que a revalorización se refiere.

Volvamos a la tesis de Canyelles. Escribe el historiador: "Tito's anunció el espectáculo avisando que si bien el precio de la entrada sería popular (200 pesetas, poco más de un euro), el aforamiento se limitaría únicamente a 650 asistentes, lo que provocó un fuerte clima de expectación entre el público mallorquín". De todas maneras hubo dos pases, uno en formato de gala juvenil y otro nocturno.

"La expectación es monstruosa. Nadie quiere perderse la actuación de Ray Charles. Nadie", escribía una semana antes del evento el locutor Miguel Vives. Según parece hubo peticiones para asistir a uno de los dos recitales desde diferentes puntos del Mediterráneo.

Con el artista llegaron a Mallorca veinticinco personas, todas procedentes de Madrid, donde habían actuado la noche anterior. De ellas, "veintidós formaban parte del elenco artístico" según relata Canyelles. Un elenco que incluía los instrumentistas de la orquesta y el grupo de voces femeninas The Raelettes que acompañaban al músico durante la gira, titulada genéricamente The All New Ray Charles Show. The Raelettes, que cambiaron su nombre original (The Cookies) al empezar a acompañar a Charles, fueron asiduas de sus conciertos hasta prácticamente la muerte del músico.

El comentarista musical Miquel Soler escribió nada más salir del recital: "Hay algo especial en Ray Charles que te emociona, que te envuelve, que te impresiona, que te entristece. Le admiras, le respetas, sientes pasión por él y también pena. (€) Dicen que los genios están solos, viven en la soledad. Y, si además, están ciegos, esa soledad debe ser mucho más aterradora".

El público que asistió a los dos pases era muy diverso, siendo notable el número de aficionados jóvenes, muchos de ellos, cuenta Canyelles, eran "miembros de conjuntos locales", seguramente de rhythm and blues, podríamos añadir. Según cuentan las crónicas, esos jóvenes disfrutaron hasta la emoción: "Es lo más grande. Nunca he visto nada igual. He llorado de emoción", declaraban al salir de la gala juvenil.

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