Una puerta se abre y el taller ya está en marcha. La cuestión es que nadie esté parado mientras Assun Planas, actriz mallorquina licenciada en Arte Dramático y formada en Teatroterapia, no para de dirigir y trasladar todas las pautas del ejercicio hacia ellas, mujeres que han sufrido en sus carnes la violencia de género, una auténtica lacra social en nuestro país.

En la terapia, sin embargo, no se menciona ni el machismo, ni el maltrato, ni el sufrimiento que llevan en sus espaldas las cuatro mujeres que se lanzaron a la Teatroterapia. “Aquí no hay dramas”, repitieron ellas en bucle sentadas en una sala de Es Generador, un espacio público y social con el que colabora en la iniciativa el Ayuntamiento de Calvià.

“Lo que he agradecido es que no se remueve, porque cuanto más remueves más duele. Y lo primero que le dije a Assun fue: ‘Vengo asustada porque no quiero volver a explicarlo todo. Y ella me dijo: ‘No, no. Aquí no me tienes que explicar nada, simplemente vamos a jugar, vamos a convertirnos en personajes, y que os veáis reflejadas en otras personas, y dejar de lado un rato vuestro día a día’”, explica Marta, nombre ficticio, al igual que el resto de sus compañeras, con el fin de sentirse seguras y protegidas.

“Lo mejor es estar jugando y que no nos estén juzgando. No hay que tener miedo a hacer el ridículo porque cuando padeces esta problemática te estigmatiza”, señala Paola, que destaca positivamente el poder “ver a otras mujeres que quieren salir como tú, me asombro incluso a mí misma de lo que se puede cambiar (ríe)”.

La actividad sigue y ahora se forma un círculo con una de ellas en el centro sentada en una silla. Tienen que gritar su nombre en repetidas ocasiones. El objetivo es que, a través de escuchar su nombre, puedan sentirse más libres.

“Aquí me río mucho y me encanta el taller. Me ha ayudado además en la respiración, en mejorar mi postura, lo que necesita y lo que no necesita hasta ahora…. Perdón, es que me cuesta respirar y encima estoy emocionada”, explica Jenifer, mientras sus compañeras escuchan, integrándose en la actividad también Catalina Solivellas, delegada de Cultura del Govern y Maria Durán, directora del Institut Balear de la Dona.

Daniela, que participa también en la terapia, dice haberse quitado unos cuantos kilos de inseguridad de encima. “Pensaba que el teatro era simplemente algo divertido que veía desde la distancia, pero me he dado cuenta de que sirve como una medicina natural”, cuenta, mientras Paola, que sigue riéndose, añade que se llevaría cada semana a su casa la terapia, ya que el próximo martes será su última clase tras 14 sesiones interrumpidas por el confinamiento.

Assun Planas, por su parte, explica, una vez finalizada la sesión, el “vínculo muy positivo” que han formado entre ellas. “Se encuentran con las dificultades de la escena, que al final son un reflejo de la realidad. El teatro es una representación de la vida misma. La única verdad se entiende siendo representada”. Asimismo, todas ellas destacan la profesionalidad de Planas y confirman, en su mayoría, que llegaron a descubrir la terapia a través de sus psicólogas de los servicios sociales.

“Mi psicóloga, después de participar en la Teatroterapia, ve mucha diferencia en mi comportamiento y en mi forma de ver la vida en general”, afirma Jenifer. “El ayuntamiento de Calvià me animó a participar y la verdad es que es un antes y un después, porque yo nunca había hecho este tipo de terapia”, sostiene Paola.

A pesar de la obligatoriedad de llevar las mascarillas, durante la terapia a todas ellas se les colaban por fuera las sonrisas, en un lugar que es una válvula de escape a sus problemas.