Tres meses después de lo previsto, los libros tomaron ayer la calle, desafiando a la covid-19, con los lectores y los autores, todos con mascarilla, reencontrándose en cinco plazas de Palma. La ilusión y las ventas fueron protagonistas de una Festa del Llibre que en ningún caso quiso sustituir al Dia de Sant Jordi y que se desarrolló entre sudores -por las altas temperaturas-, tinta y buen humor.

La esperada fiesta, impulsada por el Gremi de Llibreters con la colaboración del Consell y de la Fundació Mallorca Literària, se desarrolló, con el nombre de Llibrerias a la fresca, en Plaça d'Espanya, Patins, Blanquerna, Plaça Major y Fleming, con una veintena de librerías que expusieron las novedades literarias en los distintos expositores instalados. También hubo música y animación infantil, teatro y recitales de poesía, y firmas, muchas firmas de autores.

"Los escritores agradecemos muy especialmente un día como hoy porque nuestro trabajo tiene algo de autista, encerrados como estamos mucho tiempo en una habitación. Así que el encuentro con el lector siempre produce placer, y además te permite conocer su opinión sobre nuestro trabajo", señaló Sebastià Alzamora, que con su novela Reis del món, que narra la relación entre el banquero Joan March y el orientalista Joan Mascaró, se convirtió en uno de los más solicitados de la jornada.

Para evitar aglomeraciones, la organización instaló los expositores y escenarios en diferentes barrios de Ciutat. Uno de los puntos más concurridos fue Plaça d'Espanya, donde coincidieron Llibres Ramon Llull, Ínsula Literària, Agapea y Embat. "No tengo ni idea de cómo irá el día, pero lo que sí sé es que hay que corresponder a la solidaridad de los clientes. Hoy no salimos a hacer negocio", subrayó el librero Àlex Volney.

"El libro también es industria, no solo de turismo vive el español. Así que hoy toca comprar tinta", señaló Germán Cladera, uno de los muchos lectores que desfiló, libro en mano, por Plaça d'Espanya.

Grandes y pequeños

El Sant Jordi veraniego reunió a grandes y pequeños, sobre todo frente a los escenarios, donde sí se produjo alguna aglomeración, eso sí, con las mascarillas presentes entre los espectadores. Muy seguida fue la puesta en escena de Aina Zuazaga, con el cuento Viatge al món de n'Aina, que despertó las sonrisas en los rostros ocultos del público. "Todo esto ha sido un shock mundial, el miedo nos ha invadido, así que cuando hablemos de lo sucedido hay que hacerlo desde el humor y no desde la alarma, que ya pasó", comentó tras su aplaudida actuación Zuazaga.

En la Plaça del Patins no han sonado las alarmas pero las altas temperaturas y la poca sombra le cambiaron el semblante a más de uno, sobre todo a primera hora de la tarde. "Esto es un infierno, el año que viene que lo monten en la playa. Hará más calor y encima habrá más gente", se burló en la Plaça dels Patins Txema Llabrés, quien adquirió un ejemplar de Amarg, el libro de Rafael Gallego -presente ayer firmando ejemplares junto al actor Salvador Oliva- que rinde homenaje a todos los represaliados por ser diferentes. "Un buen trabajo el de Gallego", apuntó el director del Institut d'Estudis Baleàrics, Mateu Malondra, que también se hizo con esta obra y con Transbord, de Sebastià Portell.

"Los libros nos alegraron, y mucho, el confinamiento. Fueron protagonistas indiscutibles de aquellos días. A mí me dieron grandes momentos", recordó Marian Colom, propietaria de Llibres Colom, que quiso citar algunas de esas obras que a ella le salvaron en tiempos de pandemia: A corazón abierto de Elvira Lindo, La madre de Frankenstein de Almudena Grandes, Loba negra de Juan Gómez-Jurado y La nena de Carmen Mola.

Malondra, junto a la delegada de Cultura del Govern, Catalina Solivellas; el alcalde José Hila; la consellera insular de Cultura, Bel Busquets; el regidor Antoni Noguera; y la consellera de Presidència, Cultura i Igualtat, Pilar Costa, formó parte de la comitiva de autoridades que recorrió un buen número de expositores. En Blanquerna, otro punto muy concurrido, gracias a la arboleda y la ausencia de tráfico rodado, se reunieron con la presidenta del Gremi de Llibreters, Maria Barceló, quien se mostró muy ilusionada. "¡Por fin hemos podido salir a la calle, aunque con mascarillas y sin poder abrazarnos", comentó. "Me esperaba esta respuesta de los lectores. Blanquerna es un lugar muy bello, en el que se puede pasear y disfrutar de una Palma verde", añadió Barceló, que animó a la gente a leer en tiempos de pandemia para ahuyentar "los miedos" que nos atenazan.

Sin miedo y liberado de la espera, Joan Llompart Torrelló, el maestro de fotógrafos, se presentó en Plaça Major a media tarde con su recién salido del horno 50 años de celebrities, un libro que a buen seguro se leerá en este verano con menos famosos.

A medida que ha caído la tarde se levantó la música, en todas las plazas. Jaume Tugores, de luto, por la muerte de su maestro Ennio Morricone, Marta Elka & Toni Pastor, Clara Fiol y Joan Vallbona, y Xanguito, entre otros, fueron algunos de los más seguidos por el público de una fiesta del libro que se prolongó hasta bien entrada la noche. Que nadie espere que el próximo año se repita un Sant Jordi estival. "Ya estamos esperando el 23 de abril", fue una de las frases más escuchadas durante el día.