Jéssica Martín y Pere Duran son Mel i Sucre, un grupo de música y animación para grandes y pequeños que transmite mensajes positivos, de amor y de respeto, aun en tiempos negativos, de odio y de insolidaridad. Con mensajes de esperanza, y a través del juego, la música y el baile, intentamos conectar con la esencia de cada uno, que es alegre por naturaleza. Paramos el mundo por un momento para disfrutar juntos del aquí y ahora", señalan. Ayer viernes lanzaron al mercado El moment d'arraconar, el segundo single de su tercer disco, L'escola de les flors, que puede escucharse en plataformas digitales y, esperemos que pronto, también en los escenarios. "Es un disco muy especial, con canciones que ofrecen recursos para acompañar a los niños y a las niñas de manera consciente y respetuosa, en sus vivencias y en sus ritmos diarios en casa o en la escuela. Esta vez, además, tiene como hilo conductor una historia escrita por Jéssica Martín, que contextualiza cada canción a través de un precioso cuento ilustrado por Nívola Uyá", explican.

Con la idea de crear un espacio inclusivo de interrelación y encuentro familiar, donde conectar con un público de edades, intereses y necesidades diferentes, y con el sueño de levantar espectáculos en los que todos pudieran pasárselo bien, nació Mel i Sucre: "La verdadera semilla del proyecto fue ser padres, lo que marcó un antes y un después en nuestro camino. La vivencia de algo tan transformador como la maternidad y la paternidad, unida a nuestro amor por la música, nos llevó a crear canciones propias, y a compartir los mensajes que queríamos aportar al mundo en relación a la vida en general, pero concretamente a la crianza y al acompañamiento de niños y niñas".

Antes de formar la banda, Pere Duran, un auténtico trotamundos musical, se forjó en grupos como Sal de Cocó, Princesas, Los Gatos de Bastet, Fent Peu, Bandbols, Niña Candela, Nits d'Estiu, Baix Zero u Ossifar Rivaival. En algunas de estas formaciones coincidió con Jéssica, quien se dedica a cantar desde que era muy pequeña: "Desde que tengo memoria me gusta cantar y siempre lo he hecho (antes de hablar, cuenta mi madre, ya cantaba). Y escribo mis propias canciones desde los 13 años, edad a la que me subí por primera vez a un escenario para compartir mi música. Después llegó la adolescencia llena de inseguridades y vergüenzas, que me impidieron cantar delante de un público hasta más de una década después", confiesa.

Su apuesta por un mundo mejor les hace orbitar alrededor de bandas como Txarango, Oques Grasses, Gossos, Joan Miquel Oliver, Natalia Docco o Blaumut, entre otras. "Nos encanta descubrir música nueva, cosa que hacemos a diario, y escuchamos músicas y artistas de todo el mundo", aclaran.

La base de sus directos suele ser guitarra o ukelele, batería, bajo, teclado y voces. "Ahora, en el nuevo espectáculo, hemos introducido flautas y percusión", apuntan. "En los discos nos gusta experimentar con muchos instrumentos, trabajamos cada canción de forma individual y añadimos el instrumento que sentimos que necesita cada una. En nuestros discos hemos contado con la colaboración de muchos amigos que nos han ayudado a que sean más ricos. Hemos grabado vientos como saxos, trombones, clarinetes, trompetas; todo tipo de percusiones, instrumentos de cuerda como guitarras acústicas, españolas, eléctricas, ukeleles, guitarrons, llauts, violonchelos, violines... También instrumentos como el acordeón, didgeridou, hang, dobro, teclado, melódica. Y hemos contado con la colaboración de algunos cantantes como Pep Suasi, Cris Juanico y Fama Femenia", comentan.

Con la situación actual, saben que "es muy díficil mirar al futuro e intentar ver un poco de luz. Sabemos que es un momento muy complejo e incierto, pero ello no detiene nuestra creatividad, ni la ilusión de seguir compartiendo nuestra música".