"Los cuentos son alimento para nuestra vida psíquica, tienen una apariencia de ficción, de no ser verdad, pero contienen certezas importantes que en un momento dado de nuestra vida nos ayudan a obtener respuestas", dice la maestra, ya jubilada, Elisabet Abeyà, también escritora y traductora. Ayer presentó en Embat Llibres y Llibres Ramon Llull su nueva publicación, Amb contes he remat, a cargo de la editorial Associació de Mestres Rosa Sensat, dentro de la colección Testimonis. La colección, explica Abeyà, tiene como objetivo brindar a los maestros y profesores jóvenes las experiencias e impresiones de los veteranos: "A mí me faltaba explicar todo lo que había aprendido en relación a la pedagogía del mundo de los cuentos, que muchas veces son marginados".

El libro, que tiene toques autobiográficos, es una reivindicación de las historias y los cuentos que se explican de manera oral. "Pongo énfasis en los cuentos orales, porque empiezan a ser claves en los más pequeños desde muy temprano. La escritura es muy importante, pero es una sombra de la oralidad, de la que no tenemos que olvidarnos. En el libro intento poner una alarma: está muy bien comunicarnos en las redes sociales, y leer. Pero hay que mantener lo esencial, que es la comunicación oral, que juega con elementos como cuando nos miramos a los ojos, cambiamos el tono de voz o reaccionamos a las reacciones de los otros. Esto nos hace humanos", cuenta la maestra. Una reivindicación que no solo está enfocada a los más pequeños, también los adultos, que tenemos que seguir contando historias.

El confinamiento, individual o familiar, ha evidenciado que necesitamos estar conectados con los demás. La necesidad de hablar con los vecinos desde balcones, terrazas y ventanas, o con los allegados a través de videollamadas ha evidenciado, según la maestra, que "nos echamos de menos": "A nivel individual hemos aprendido cosas, como la importancia de lo sencillo, de tener cerca a quien quieres". No es tan positiva cuando habla de un aprendizaje colectivo, ya que desde que no estamos en estado de alarma se ha demostrado que "se repiten los mismos patrones de destrucción del territorio o de masificación".

La educación a distancia

Sobre la educación online a la que se han tenido que aferrar profesores y alumnos en estos últimos meses, se muestra escéptica: "No estoy en primera fila, eso vaya por delante. Pero he pensado mucho en mis colegas y los alumnos. Está bien que hayan hecho cosas a distancia, pero la escuela no es esto. La escuela es un lugar en el que se convive y se aprende en comunidad. Se ha hablado mucho de trabajos esenciales€ ¿En qué lugar ha quedado la educación?", se pregunta, y lamenta que todo el mundo eluda las responsabilidades en este ámbito.

Piensa que será muy difícil, después de esto, hacer creer a los más pequeños, justificarles, que la educación es importante. "Será complicado de encajar para ellos. La imagen que les han enviado es que el bar de la esquina es más importante que su educación".