Nació en una casa en la que su padre, Félix Lavilla, tocaba el piano y su madre, Teresa Berganza, cantaba. Recuerda que, junto a sus hermanos, se disfrazaba y correteaba por el hogar entonando los versos de las óperas que su madre ensayaba. Ella es Cecilia -Lavilla Berganza-, soprano. Lleva sus apellidos con orgullo y agradecimiento por todo lo que le han enseñado sus padres, y por haberla dejado crecer en un ambiente lleno de música. Pero no le pesan, los lleva sin presión: su manera de cantar e interpretar, sus aportaciones en el mundo de la lírica, llevan su firma, no la de sus padres.

"Con el tiempo aprendes a decir 'mis padres han sido lo que han sido, no quieras que yo sea mis padres' a todos los que te comparan. Recuerdo que al principio cuando empecé a cantar, las comparaciones con mi madre eran inevitables, porque físicamente me parezco a ella, y me ofrecían papeles que ella había hecho que no iban nada conmigo. No obstante, como yo empecé más tarde [a los 24 años, después de acabar la carrera de Diseño de Interiores], la madurez me permitió llevarlo mejor que si me hubiera pasado con 18 años", cuenta la soprano, que aterrizó ayer en Mallorca. Antes del canto conoció el baile y el teatro, aunque su madre le insistía: "Le dije que probaría lo de cantar al acabar mis estudios".

Hoy ofrecerá un recital, producido por Euroclàssics, junto al barítono Luis Santana y el pianista Francesc Blanco en el Auditori d' Alcúdia, donde se ofrecerá un maridaje de música con vinos de la bodega Miquel Oliver -mañana será en Porreres, en la bodega Mesquida Mora, y el sábado en Son Bordils, en Inca (siempre a las 20:30 horas). Bacco apassionat es el título de esta propuesta -las funciones estaban programadas para marzo, pero el coronavirus obligó a aplazarlas- en la que el vino es uno de los grandes protagonistas: "Es un recital muy ameno, muy diferente, donde todos los que lo hacemos lo pasamos muy bien. Las músicas son muy distintas, y es increíble cómo cuando investigas descubres cada vez más música relacionada con el vino. El amor, el disfrute, la fiesta€ Hay de todo, incluso la pena de amor, que se puede curar con un buen vino", bromea Cecilia Lavilla, que sonríe al pensar si los cantantes son como el buen vino, que mejoran con el tiempo: "Como en todo, se gana en unas cosas y se pierde en otras. Las voces jóvenes siempre tienen algo más fresco, pero lo que se aprende con el trabajo y la experiencia... ¡Ya lo hubiera yo querido cuando era joven!". La soprano se muestra encantada y agradecida de poder estar en la isla trabajando, "con todo lo que está pasando", refiriéndose a la crisis sanitaria. La inestabilidad, sugiere, es de lo peor de su profesión, "algo que afecta a todos los que trabajamos en el mundo de la cultura", aunque asegura que es algo que curte y fortalece a los profesionales: "Luchar por sacar el trabajo adelante, innovar, nos hace fuertes y tener el coco en funcionamiento todo el rato", señala, y manifiesta que "hay muchas ganas", en el sector, de volver con más fuerza e intensidad que nunca.

Menciona que la cultura "siempre ha estado en una situación complicada", algo que relaciona con la falta de educación: "No estamos acostumbrados a ir a museos a pasar una tarde. La gente a la que le gusta la ópera es porque alguien le ha llevado hasta ella. Esto demuestra que no nos lo ofrecen desde pequeños. No nos enseñan a amar la cultura", lamenta.

Mujer sencilla y de trato cercano, Cecilia Lavilla dice no tener sueños grandes, sino que más bien el día a día son sus sueños: "Estos días serán un sueño para mí, cada día lo es. Estoy feliz, tal y como estamos, creo que más no puedo pedir. Llevo ya una temporada con esta filosofía de tener en cuenta las cosas más sencillas, de concentrarnos en el momento, disfrutar de lo que hacemos. No tengo sueños más grandes y más allá de esto: hacer bien mi trabajo, que el público disfrute y pasarlo bien juntos".

"No me gustan los excesos"

Teresa Berganza, madre de Cecilia y una de las divas de la ópera, considera "una falta de respeto a la música y al libreto" algunas propuestas escénicas y musicales modernas para la ópera. Aunque Cecilia Lavilla no es tan drástica como su madre y declara haber visto funciones más contemporáneas de clásicos que le han gustado, apunta: "No me gustan los excesos, sobre todo si no están justificados. Hay cosas que creo que no hace falta tocar".