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Directos en la retina

Keith Jarrett, piano solo

Cuarenta años después, el recital de Keith Jarrett en Palma sigue considerándose como uno de sus mejores conciertos

Keith Jarrett, piano solo

N ueva sección estival que intentará recordar aquellos conciertos que ofrecieron en Mallorca diferentes iconos de la cultura pop, rock y jazz y que además fueron memorables por algún motivo concreto. Para ello echaremos mano de la hemeroteca y de las aportaciones que puedan hacer algunas de las personas relacionadas con el evento en cuestión, bien sea por su implicación directa en la organización o bien por su asistencia al mismo.

Empezamos la recopilación con un concierto que en su época fue premonitorio, ya que el artista no tenía el fervor popular de hoy en día ni su trayectoria hacía pensar en una velada tan multitudinaria. De hecho, muchos de los melómanos que asistimos no sabíamos muy bien a lo que íbamos. Todo vendido excepto una sola localidad que uno de los promotores, Miquel Àngel Sancho, todavía guarda como recuerdo de una velada excepcional. Nos referimos al recital que dio el pianista Keith Jarrett en el Auditorium de Palma el 17 de junio de 1981.

El artista americano, del que la editorial Libros del Kultrum acaba de publicar la biografía escrita por Wolfgang Sandner, tocó el piano (que en su día había tocado Arthur Rubinstein en la misma sala) durante más de una hora, improvisando con el teclado pero también con las cuerdas, tocándolas a modo de arpa. Todo nuevo para los aficionados mallorquines.

Buena parte del éxito de convocatoria fue debido a la promoción que desde diferentes medios hicieron amigos y conocidos de Sancho. Según Fernando Merino, coorganizador del evento y por aquel entonces responsable del programa de radio El tren de las 6: "Conseguimos que la gente entendiera que tenía la oportunidad de escuchar en vivo al mejor pianista del mundo". Sigue Merino: "Fue Mariano Pacheco, representante de ECM, la empresa discográfica con la que grababan grandes nombres, quien nos ofreció la posibilidad de contratar a Jarrett ya que había cancelado algún concierto de su gira europea. Pidió diez mil dólares y unos días de estancia pagada en Palma en un hotel de cinco estrellas". El precio, aunque era una cantidad importante, no era descabellado. Para Miquel Àngel Sancho: "Hoy sería imposible tener a Jarrett ni por éste ni por otro precio. Da conciertos de forma muy puntual y sus honorarios, en dólares, multiplican por más de diez los de aquella época, en la que el dólar estaba a sesenta pesetas".

Jarret tenía fama de extravagante, "de hecho unos días antes había abandonado un recital en París a mitad de la sesión por el comportamiento del público, ya que no soportaba que hubiera algún ruido en la sala", señala Merino. Y añade Sancho: "Es fácil imaginar el nerviosismo que tuvimos los organizadores cuando, nada más empezar, dejó de tocar cuando entraron algunas personas en la sala. Pero no, siguió tocando y el público lo agradeció con aplausos".

Jarrett tocó sin amplificación. Aunque en el contrato se pedían unas marcas concretas de micros, en el ensayo, al comprobar la acústica del Auditorium, decidió prescindir del soporte técnico. Según Miquel Àngel Sancho "lo que sí pidió fue una afinación especial para el piano, diferente de la tradicional de los recitales de música clásica". Merino es quien recuerda la escena: "Jarret entró al ensayo con la partitura de una sonata de Mozart que tocó a una velocidad de vértigo, después pidió modificar un milímetro el teclado, lo que provocó la extrañeza del afinador, que, al escuchar al artista, accedió a su petición".

Sobre la estancia del músico en la isla también podemos citar algunas anécdotas, una que fue en Mallorca cuando se enteró de que había ganado un pleito millonario a Steely Dan, la banda de rock que había utilizado su tema Gaucho sin permiso de Jarrett y otra y más divertida que tuvo problemas de ruido con su vecina de habitación, nada menos que Lola Flores, ya que por las noches la artista andaluza convertía la suite en un auténtico tablao flamenco. La cosa, pero, pudo resolverse sin problemas y no fue a mayores. Fue Lola Flores la que cambió de residencia.

Para terminar citemos las palabras de una de las personas que acompañaban al artista en sus giras por todo el mundo: "El recital de Palma fue sin duda uno de los mejores de su gira europea de los ochenta".

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