Basilea (Suiza) le vio nacer -aunque solo tiene nacionalidad española-, y tras residir en Madrid, Sevilla, Tenerife, Holanda y Galicia, desembarcó en Mallorca, hace ya trece años. Desde entonces se le ha podido ver en todos los escenarios de la isla, hasta convertirse en un cantautor querido y respetado, tanto por el público como por sus colegas de profesión. Siempre interesado por la naturaleza, su último trabajo, un elaborado y cuidado videoclip, responde al título de Tierra, en el que canta con Pep Álvarez (Anegats) y Marcella Ceraolo.

Por una conexión con los músicos de La Vereda y Riki López, con quienes mantiene una estrecha relación, Tom descubrió la isla y decidió echar raíces en ella. “A Riki lo conocía desde el 99, en sus primeras giras gallegas y siempre nos hemos querido mucho. Buen tipo siempre dispuesto a ayudar y una de las personas más inteligentes del mundo”, subraya.

Siempre atado a su guitarra, se entregó a este instrumento tras un regalo familiar: “Mi primera guitarra me la regaló mi prima Mónica en Madrid, para mi comunión”. Ella estudiaba piano y medicina y le empezó a dar clases de solfeo. “Era fabulosa, pero en realidad hasta los 14 años, estando en Sevilla, no empecé a tocarla y me vino de maravilla aquella guitarra, una española”, apunta un músico que sorprende con una confesión: “En realidad no me considero guitarrista, aunque tenga mi estilillo callejero”.

Las calles de Sevilla fueron su escuela, “en corrillos de amigos con litronas y canutos”, recuerda. “Siempre buscaba gustar a la gente para compensar mi timidez y después de varias bandas con la guitarra eléctrica acabé viviendo de lo que hacía en la calle por diversión. Cuando de casualidad lo llevé al escenario fue la bomba. Siempre me gustó el rock y la fusión que hacía Kiko Veneno, Triana o bandas tan dispares como The Clash, Pink Floyd, Rosendo, Kortatu o El Último de la Fila”, señala.

Comunicar a través de la emoción es el mayor deseo de nuestro cantautor, a quien no siempre le apetece tocar, “pero cuando viene la inspiración es lo más maravilloso del mundo”, asegura. “El escenario ayuda a sentir cosas cuando estás conectado con el público. También en la soledad cuando consigo escribir algo que me llega hondo he tenido experiencias muy intensas, de todo tipo”, añade.

Sobra decir que la Covid-19 lo ha trastocado todo, incluido el Festival Maldito y las giras que Tom impulsa desde hace años para mostrar el trabajo de otros cantautores. Malos tiempos, estos de la pandemia, sobre todo para los músicos, siempre en la cuerda floja, haciendo malabares para llegar a fin de mes. “Lo que continuará seguro es el micro abierto que presenta Marcella Ceraolo. Justo este próximo martes es el primero en el que volvemos a estar presenciales en Es Gremi. Por ahora, uno al mes. Hay que reservar plaza para asistir pues han de controlar el aforo. El Festival Maldito y las giras tendrán que esperar a ver qué pasa”, comenta. “Cuando de un día para otro todos los conciertos que tenía cerrados cayeron, me pilló sin ahorros e hice una llamada desde mis redes a quien quisiera ayudarme encargándome videocanciones dedicadas. Fue todo un éxito y además una idea que animé a muchos compañeros a poner en práctica. Ahora, al menos por el momento, los formatos pequeños como el mío empiezan a ser una buena opción para los aforos reducidos y demás restricciones. Un afortunado dentro de un gremio que ha recibido uno de los mayores palos de esta pandemia”, reconoce.