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Con ciencia

Origen

La pandemia de la Covid-19 ha llevado a la proliferación de artículos que estudian ese patógeno y sus consecuencias para nuestra especie desde distintos puntos de vista. El que más me interesa a mí en particular es el de la emergencia del virus como factor infeccioso en nuestro linaje. Dicho de otro modo, el momento en el que la Covid-19 se volvió un patógeno capaz de afectar a los humanos, cosa que puede dar pistas acerca de otras características de la infección. En realidad ese enfoque no es exclusivo, por supuesto, del coronavirus que tanto nos preocupa hoy. En términos generales, cualquier infección puede ser vista como un proceso evolutivo que lleva a que en un determinado momento el patógeno comienza a afectar al huésped. El trabajo de Simon Y.W. Ho y Sebastian Duchêne publicado el mes pasado en la revista Science repasó los estudios filogenéticos de los genomas de distintos agentes infecciosos que se proponían descubrir en qué momento todos los linajes humanos analizados cuentan con la bacteria o el virus. Pero lo que hace especial a la Covid-19, por supuesto, es la catástrofe absoluta que ha causado en el mundo entero. El trabajo publicado en el Journal of Advanced Research por Muhammad Adnan Shereen, investigador del departamento de Enfermedades Cerebrovasculares en el hospital de la universidad de Zhengzhou (China), y colaboradores sobre el origen y características de los coronavirus humanos concluye lo que, en la práctica, ya sabíamos: que la Covid-19, muy contagioso, causa una enfermedad respiratoria grave, el síndrome respiratorio agudo severo, que surgió —por lo que hace a la infección de seres humanos— el año pasado en Wuhan (China) y que está filogenéticamente relacionado con otro coronavirus que ataca a los murciélagos con una enfermedad respiratoria parecida.

Lo que no sabemos de momento, ni aclara el trabajo de Shereen y colaboradores, es qué organismo actuó como intermediario para que el virus originario de los murciélagos pasase a la especie humana. Desde luego no hacía falta estudio filogenético alguno para confirmar que la emergencia se dio el año pasado porque, dada la enorme capacidad infecciosa humano-humano de la Covid-19, si hubiese surgido antes nos habríamos enterado. Otros patógenos son mucho más antiguos. La bacteria Helicobacter pylori que causa la úlcera gástrica salió de África ya en el estómago de los primeros miembros de Homo sapiens. Y la comparación entre las distintas cepas ha permitido confirmar que hubo al menos dos colonizaciones diferentes de la Polinesia porque son dos subespecies de Helicobacter las que se encuentran en ese continente. Lo más interesante, sin embargo, es entender que patógeno y huesped forman una unidad evolutiva común. Incluso sin vacuna, superaremos a la Covid-19 cuando se vuelva una infección con características de tolerancia mutua aceptables.

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