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Crítica de música

Descubriendo a Farrington

IIain Farrington es un músico británico que está haciendo una buena carrera como organista y pianista, aunque su labor más conocida internacionalmente es la de compositor y, sobre todo, la de adaptador de obras del repertorio sinfónico a un grupo reducido de músicos. Siguiendo los pasos de Arnold Schönberg, que versionó partituras de Mahler para pequeño formato, Farrington tiene un amplio catálogo de arreglos, de prácticamente todas las épocas y formas musicales, entre las cuales encontramos óperas ( Don Giovanni de Mozart), oratorios ( Un requiem alemán de Brahms) y muchas sinfonías y otras piezas pensadas para orquesta.

Farrington ha sido todo un descubrimiento que nos ha llegado gracias a las restricciones generadas por el post confinamiento y que han obligado a nuestra Orquestra a reducir el número de músicos sobre el escenario. Así que durante ese verano extraño, alternando programas con obras originales de la música de cámara, encontramos otros con adaptaciones de partituras grandes, como el del pasado viernes en Bellver en el que Pablo Mielgo dirigió a una veintena de profesores de la Simfònica para interpretar Un americano en París de Gershwin y la Sinfonía del Nuevo Mundo de Dvorak, utilizando esas versiones reducidas.

Hay que decir que Farrington es un maestro de la reducción, sabe dónde poner los acentos en cada una de las frases musicales y qué instrumentos utilizar y destacar en cada momento, de tal manera que en algunos pasajes el oyente acaba olvidando que está ante un grupo reducido.

Pablo Mielgo sabe que tiene una partitura grande pero pasada a pequeño formato, lo que hace que cada músico se convierta en solista de su instrumento; así que da rienda suelta a sus profesionales para que demuestren el grado de musicalidad que tienen, que es muy alto.

Gershwin sonó bien, pero fue en la Sinfonía cuando se llegó al máximo nivel. Los temas épicos del primer y cuarto movimientos resultaron excelentes y por contraposición las melodías tomadas de la música popular del segundo y tercer tiempo dejaron un buen sabor de boca por su lirismo. Un mundo musical dentro de un nuevo mundo geográfico: La canción de Hiawatha, las referencias al Swing low, sweet charriot, la música popular de los paisajes de Iowa, las aportaciones de los Espirituales negros o de las danzas de los indios americanos, todo sonó a la perfección en una sesión que merecía ser disfrutada por mucho más público. Las restricciones producen incoherencias. ¿Por qué solamente se permiten ciento diez personas en los conciertos de Bellver, separadas, y en cambio muchas más en los bares y playas, juntas?

Grup de cambra de l'Orquestra Simfònica de Balears

castell de Bellver

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Director: Pablo Mielgo. Obras de Gershwin y Dvorak. Viernes 3 de julio.

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