El próximo miércoles 1 de julio se cumplirán 11 años de la muerte del andritxol Baltasar Porcel (1937-2009), quizás el escritor con más presencia internacional que haya tenido Mallorca, además de un periodista que fue ampliamente leído y conocido desde su llegada a Catalunya en 1960, culminando su carrera con una columna diaria en La Vanguardia a lo largo de 27 años. "Su firma ha tenido mayor recorrido en el diario que otras figuras como Antonio Machado o Santiago Rusiñol, lo que hace de Porcel un caso excepcional", afirma el mismo conde de Godó, Javier Godó, en un libro que recoge las mejores columnas de este mallorquín "con capital en Barcelona", en palabras de la viuda del escritor, Mª Àngels Roqué.

A lo largo de su vida ganó prácticamente la totalidad de premios literarios de Catalunya y Balears, varios españoles y algunos internacionales. "Es una buena promesa", declaró en 1976 uno de los jurados del Nobel, Artur Lundkvist, en una entrevista en la publicación catalanista Serra d'Or. De hecho, el propio Porcel reconoció más adelante que su nombre fue uno de los que más sonaron por el interés de la academia sueca en premiar a alguien del mundo catalán.

El hecho de criarse en Andratx, un pueblo costero con historia -cerca de allí desembarcó el Rey Jaime I en 1229 para conquistar las islas-, pero encallado y aislado en la Serra de Tramuntana durante la posguerra, le hizo desarrollar lo que Rosa Cabré, una de las mayores estudiosas de su obra, denominó 'El mito de Andratx'. Este concepto engloba la realidad que vivió Porcel mezclada con su mentalidad creativa, lo que le permitió llegar a la cima literaria con obras como Difunts sota els ametllers en flor -ganadora del Premi Josep Pla del 1969-, Cavalls cap a la fosca o El cor del senglar.

Los Reyes eméritos con Porcel y su familia en su casa de Andratx. Arxiu Baltasar Porcel

En este sentido, uno de los críticos literarios más respetados a nivel mundial, Harold Bloom, declaró en diversas ocasiones su admiración por Porcel. En una carta que el norteamericano le envía en 2007, recogida por Llorenç Soldevila en el libro Tot Porcel, le llega a definir una de sus obras, La revuelta permanente, como "maravillosa", habiendo un trato sensiblemente cercano entre los dos. Este libro -premio Espejo de España de 1978- trata la vida de Joan Ferrer, histórico anarcosindicalista bien conocido por Porcel, el cual durante toda su vida tuvo ciertas simpatías por esta ideología, sobre todo con valores como el libertarismo o el individualismo. "Siempre enseñaba orgulloso su carnet de la CNT", recuerda el director general de IB3, Andreu Manresa.

Hemos señalado antes que, siendo balear, consideraba a Barcelona como su capital, aunque se sentía mallorquín "hasta los huesos". Según Pere Antoni Pons, escritor e hijo del exconseller de Cultura Damià Pons, Porcel pensaba que Mallorca era una realidad incompleta, ahogada por un turismo de masas que centralizaba -o centraliza- su economía. En su columna de hace 20 años titulada La alarma mallorquina, se muestra preocupado por esta 'alarma' que resuena con fuerza cada vez que baja el número de visitantes, y llega a calificar como "vergonzoso" el hecho de que se construya "casi al borde del mar".

Traslado a Palma

Palma

Con el traslado de Andratx a Palma a mediados de los 50 inició su trayectoria periodística entrando en Diario de Mallorca, donde estuvo dos años. Aquí hizo un artículo sobre Bearn o la sala de les nines gracias al que entabló una amistad con el autor de la obra, Llorenç Villalonga, el cual mostró un gran sentimiento de paternalismo hacia Porcel, e incluso éste llegó a pensar en una cierta homosexualidad de Villalonga, según destaca en Les passions ocultes, un libro que recoge su relación epistolar.

La publicación en 1959 de su obra de teatro Els condemnats circuló mucho por Barcelona, y eso Porcel lo aprovechó para instalarse en la ciudad condal un año después de la mano de Joan Triadú, un intelectual que le hizo llegar a la parada definitiva de su viaje: el catalanismo. Así, en los 60 y 70 entrevistó en las publicaciones Serra d'Or y Destino -que acabaría dirigiendo- a personajes marginados por el franquismo como Mercè Rodoreda, Pau Casals, Joan Miró o Josep Pla, al que Porcel consideraba como su gran mentor periodístico. Además, según la doctora en Comunicación Carme Ferré, cuya tesis doctoral trataba sobre Serra d'Or, estas entrevistas son de los contenidos "más recordados" de las dos publicaciones.

Jordi Pujol y la monarquía

"Algunos mallorquines son un poco enrevesados en la manera de hablar", bromea el expresidente de la Generalitat, Jordi Pujol, al inicio de la entrevista para este reportaje. Sin embargo, este factor no impidió el buen entendimiento entre los dos. "Me entendía mucho con él por sus ideas en defensa del catalán, de la democracia y de una literatura libre", recuerda. De hecho, el propio expresidente lo define como uno de sus " maitre à penser" - maestro de ideas en francés-.

"Porcel defendía que Cataluña se ganase el respeto de la monarquía, y Pujol le compró esta idea", afirma Joaquim Triadú, hijo de Joan Triadú y exconseller de Presidència de la Generalitat. Otro de los temas en los que influyó al expolítico fue en el cambio de mirada hacia al Mediterráneo, del que Porcel era un gran amante. Por ejemplo, en 1989 la Generalitat creó, a propuesta del mallorquín, lo que actualmente se llama Institut Europeu de la Mediterrània (IEMed).

Su capacidad de análisis le convirtió en una pieza importante dentro del mapa político español con la muerte de Franco. Un mes después del famoso 20 de noviembre del 75, Porcel sacó un editorial como director de Destino -con Pujol como propietario- titulado " La fuerza del Rey", en el que depositaba su confianza en la figura de Juan Carlos -no en el sistema monárquico- para encabezar la Transición.

"El Rey acudía a él para que le ayudase a enfocar los discursos si iba a Catalunya", subraya Màrius Carol, exdirector de La Vanguardia que acompañó durante siete años a la Casa Real como corresponsal. "Además, cuando el monarca quiere hacer su biografía el primero en el que piensa es en Porcel, se tenían mucho respeto y admiración", añade.

El acercamiento que tenía con algunas de las figuras más determinantes de España hizo que este mallorquín fuera una figura profundamente respetada en el mundo cultural y político. Porcel, amante de Nietzsche y "un bulldozer vitalista", según Carol, solo se vio superado por un cáncer que terminó con su vida el 1 de julio de 2009. La Generalitat organizó un funeral al más alto nivel en el Palau Moja, lugar en el que oficiaba las misas Jacint Verdaguer, y donde personalidades de todo tipo -Pujol o el conde de Godó, entre otros- dieron el último adiós a este escritor mallorquín, catalán, mediterráneo y universal.