Crítica de música
Mono de música
Pere Estelrich i Massutí
Nos saltaron las lágrimas. En sentido figurado y también real. A los músicos y a los espectadores. Y no era para menos, después de más de dos meses de silencio musical, nuestra Orquestra Simfònica ha aparecido, en formato reducido, eso sí, para ofrecer programas en vivo y en directo, no de forma virtual. Teníamos, los aficionados, mono de música y los artistas mono de escenario. Lo dijo Luis Oliver, uno de los componentes del pequeño grupo de cámara, que hizo a su vez de presentador: "Para nosotros es como si actuáramos por primera vez, tenemos esa emoción de los primeros conciertos".
El viernes en Campanet, el sábado en Pollença y el domingo en sa Pobla. Esos habrán sido los lugares en los que se ha iniciado ese fin de semana una programación de pequeño formato con miembros de la orquesta y que seguirá en otros espacios las próximas semanas. Poco a poco, sin prisas pero sin pausa, nuestra formación musical de referencia acercará su buen hacer al público de las islas. Un proyecto pionero.
En el concierto que comentamos, Paula Marqués y Pavel Penev (violinistas), L. Oliver (viola), Dmitri Struchkov (al violonchelo) y Jordi Miralles (al oboe) ofrecieron un recital que empezó con una versión de un concierto para oboe de Vivaldi, siguió con una obra maestra de Mozart, su Cuarteto K 370, obra de una belleza inversamente proporcional a su duración (es especialmente breve) y terminó con una rareza musical, uno de los seis Cuartetos de Antonio Bazzini, un músico italiano, de Brescia, que viajó por toda Europa y terminó dirigiendo el Conservatorio de Milán, teniendo como alumno nada menos que a Puccini.
El programa inicial realmente acabó con esa pieza, aunque no así el concierto, pues los agradecimientos de las cincuenta personas que pudieron asistir al evento y que aplaudieron como si fueran quinientas, hizo que los músicos ofrecieran dos obras fuera de programa, la siempre delicada El oboe de Gabriel de Morricone y que pertenece a la banda sonora de La misión y el Oblivión en forma de tango de Piazzola.
Sin duda una velada histórica y con un aforo exageradamente limitado. Pregunto: si para los oficios litúrgicos, en esa misma iglesia, se permite la asistencia de ciento cuarenta personas, ¿por qué para un concierto solamente cincuenta? ¿No ama Dios la música? Bach tiene la respuesta.
Cuarteto de la Orquestra Simfònica de Balears
Església de Campanet
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Obras de Vivaldi, Mozart i Bazzini.
29/05/2020.
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