Un Sant Jordi raro y atípico, con sentimientos enfrentados, entre la esperanza y la tristeza, cargado de mensajes en las redes sociales y de paquetes de pedidos por las calles vacías que los clientes realizaron días atrás a sus librerías [vea aquí las imágenes]. Así se desarrolla esta fiesta del libro en Mallorca.

Las librerías de Palma, pese a estar cerradas por el estado de alarma, no han dejado de trabajar de puertas adentro para este Sant Jordi virtual, con el corazón puesto en el momento en que puedan salir a la calle para celebrar este día como la tradición manda, quizá el 23 de julio próximo, pero con la sorpresa y la admiración por la respuesta que han dado los lectores ante el confinamiento. "Estamos gratamente sorprendidos. Han sido muchas las muestras de apoyo y los pedidos que nos han hecho, algunos hoy mismo, algo que nos alegra dentro de la triste situación que nos toca vivir. No son momentos fáciles y nos estamos sintiendo muy bien acompañados, y eso es impagable", ha confesado Laia Alegret, responsable de la Llibreria Drac Màgic.

Durante todo el día, desde primera hora de la mañana, ha hubo movimiento en Rata Corner, cuyo librero, Miquel Ferrer, entregó personalmente, casa por casa, todo tipo de libros, elegidos el equipo de la librería, según los gustos literarios y culturales de la gente que les fue respondiendo a un formulario guiado por la sorpresa. "Es una sensación agridulce pero creo que es el Sant Jordi más emocionante que he vivido. A pesar de echar mucho de menos salir a la calle y 'la fiesta' que representa un día que pasas con conocidos, escritores y clientes, ha sido muy bonito ver la respuesta de la gente que ha querido apoyarnos en un momento así", reconoció Ferrer.

El responsable de Rata Corner aseguró haber sentido "una mezcla de Sant Jordi y Noche de Reyes" mientras preparaba cada uno de los libros, "pensando en cada persona, al escribirles la nota y llevarles el libro a su casa".

También los escritores vivieron "una sensación extraña", acostumbrados a ser protagonistas absolutos en su día. "Me estoy poniendo nervioso e inquieto y molesto por momentos. Nos preparamos todo el año para Sant Jordi y ha quedado truncado. Inquieto pero con ánimo y fuerza hacia el futuro. Seguiremos escribiendo y editando", afirmó el poeta y traductor Pau Vadell, vicepresidente de la Associació d'Escriptors en Llengua Catalana.

"Mi nostalgia es total", aseguró la escritora Rosa Maria Colom desde el confinamiento de su casa. "Tengo toda la ilusión puesta en el 23 de julio, cuando todos los libros que hoy tenían que salir a la luz de las calles y con el aroma de las rosas tendrán tres meses de edad", entre ellos, su Coppelius, libro que ha resultado premiado recientemente y que "está en una caja de cartón con los lectores esperando".

Sobre el 23 de julio, el día que los libreros de Cataluña tienen pensado celebrar en la calle este Sant Jordi, la presidenta del Gremi de Llibreters de Mallorca, Maria Barceló, aclara que esa fecha "no está confirmada porque aun no sabemos en qué condiciones nos podremos mover, si será un movimiento libre o con limitaciones en número de personas. Estamos reuniendo ideas para celebrar un gran Día del libro, en la calle o en las librerías".

Compartiendo una lectura en voz alta de Feliç, el poemario de Nicolau Dols, desayunó el escritor Biel Mesquida. "Que este poema sea la rosa recitada que os doy en este día de Sant Jordi, entre el viento de la inclemencia y la joya de la esperanza", brindó el responsable de un festival, el de la Poesia de la Mediterrània, afectado como tantos otros por el Covid-19.

El también escritor Miquel Àngel Lladó se ha animado a compartir en redes una recomendación a través de un vídeo, en el que aparece sosteniendo una rosa, la lectura de De profundis, de Oscar Wilde, un libro muy válido en estos días de confinamiento que permitirá al lector "reflexionar sobre nuestra condición humana y la esperanza que tendremos" tras el encierro.

El también escritor Miquel Àngel Lladó se animó a compartir en redes una recomendación a través de un vídeo, en el que aparece sosteniendo una rosa, la lectura de De profundis, de Oscar Wilde, un libro muy válido en estos días de confinamiento que permitirá al lector "reflexionar sobre nuestra condición humana y la esperanza que tendremos" tras el encierro.

Librerías e instituciones programaron un sinfín de actividades online, tales como lecturas de autores, recitales de poesía, sorteos, concursos e iniciativas de todo tipo, como la del Institut d'Estudis Baleàrics, que propuso establecer un relato en un vídeo con títulos de autores de Balears y compartirlo en las redes con el hastag #SantJordiIEB, o la de DiscMedi, el sello musical catalán asociado al mallorquín Blau, que, estrenando nueva web, ofreció un 30 por ciento de descuento en todos sus discos, "porque la música, no se olvide, también es palabra escrita".

Original y seguida fue la propuesta de Can Sales, que invitó a sus usuarios, y a los lectores en general, a subir a las redes sociales una foto tomada con un libro desde el balcón de sus casas.

A través de la iniciativa digital #EsBalcóDeLectura, Es Baluard compartió ayer, y también lo hará en los próximos días, recomendaciones de ensayos, novelas, libros infantiles y otras publicaciones relacionadas con el arte contemporáneo, "pensando en los diferentes públicos", señalaron desde el museo. Según su directora, Imma Prieto, "esta propuesta no solo apoya la lectura en un día tan señalado sino que nos recuerda que tendría que ser una práctica cotidiana, tan necesaria como comer. La lectura, como el are, es el alimento de la mente y el corazón", subrayó. Entre las recomendaciones de Es Baluard, títulos como Teoría general de la basura, de Agustín Fernández Mallo, o La promesa de la felicidad, de Sara Ahmed.

De las sugerencias a los más solicitados. A falta de un ránking de los más vendidos, que este año no lo habrá, los libreros consultados por este diario señalaron como los más pedidos por sus clientes libros como Reis del món, de Sebastià Alzamora, Boulder de Eva Baltasar, Quan el cel embogeix de Antoni Vidal Ferrando y Nuestra parte de noche de la argentina Mariana Enriquez.

Sant Jordi demostró su fuerza y su poder, y llegó a todos los lugares, también a aquellos donde el Covid-19 ha hecho más daño, como las residencias, caso del Centro de Día Reina Sofía, donde los trabajadores repartieron un kit en el que no faltaron las rosas.

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