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Los dramaturgos de Mallorca que imaginaron mundos apocalípticos

Jaume Miró, Joan Carles Bellviure y Toni-Lluís Reyes han escrito piezas dramáticas donde los personajes se veían obligados a confinarse en casa por apocalipsis económicas, cataclismos climáticos o paranoias sociales sin explicación racional

Jaume Miró, In the Backyard

El confinamiento por el coronavirus sorprendió al dramaturgo Joan Carles Bellviure en plena escritura de una versión teatral de la película Blade Runner, “que a su vez es una adaptación de la novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? de Philip K. Dick. Estoy mezclando elementos de las dos fuentes”, explica a este diario el dramaturgo desde su casa de París. Bellviure, muy ligado a la escena mallorquina, es uno de los autores que ha imaginado situaciones forzosas de confinamiento en sus obras. Universos distópicos muy presentes también en la producción de Jaume Miró (Cala Millor, 1977) o en una obra del mallorquín Toni-Lluís Reyes, Neu fosa, donde un matrimonio se queda incomunicado en una caseta de la Serra de Tramuntana a causa de una gran nevada que ha afectado a todas las islas y parte de la Península.

Miró ha ido encadenando distopías en su trayectoria. “Es un tipo de narración que me aporta las herramientas para ser más libre. Me permite crear mis propias leyes físicas y sociales”, sostiene. “En In the Backyard (2013) el tiempo no era exactamente el futuro, sino que era un poco más allá del presente. Porque poco después de que yo planteara la situación, empezaron a conocerse casos de gente que vivía en tiendas de campaña como yo imaginé en la pieza”, señala. El montaje estaba ambientado en un mundo apocalíptico, “un apocalipsis económico en el que todo se había ido a pique, donde ni siquiera había policía”. La acción tiene lugar en la casa de un banquero en cuyo jardín ha acampado una pareja. El final deja la puerta abierta a la necesidad de que los humanos cooperen los unos con los otros para sobrevivir.

Ya en Atlàntida, escrita en 2006, “era la época de Matas, cuando propuso la ópera de Calatrava”, Miró situó la acción en un hotel, donde un recepcionista y el director se dividían las tareas y esperaban que los turistas llegaran. “Pero no llegaban a hacerlo porque afuera había pasado algo que se explicaba de forma ambigua, quizá era un cataclismo climático”, comenta el autor. En Adults normals (se alzó con el Premi Pare Colom en 2010), también de Miró, los protagonistas son cuatro jóvenes que están confinados y viven en un piso sin ventanas. Han sellado un pacto y viven de acuerdo a un rutina semanal. “Deciden darle el poder a uno de los cuatro, en este caso, a la mujer. Una de las reglas básicas es no cuestionar nunca ese poder para que persista la paz social. Pero en un momento determinado alguien se lo salta”, relata Miró. El autor buscaba reflexionar con esta situación acerca de la libertad de decidir de las personas y los límites de la autoridad, una de las cuestiones sobre la que han advertido filósofos y activistas en estos días de estado de alarma por la crisis sanitaria.

Por último, el dramaturgo de Cala Millor tiene dos obras más de cariz distópico, La revolució de les coses petites, con la que quedó finalista en el Torneig de Dramatúrgia del 2015, y la pieza de microteatro El producte.

De todas las piezas que acontecen en espacios cerrados, la más distópica que firma Bellviure es Residents, que se representó en el Principal en 2010 y dirigió Joan Fullana. Ganó en 2008 el Premi de Textos Dramàtics. “Hay una familia que vive en el extrarradio. Todo sucede en su casa. Ellos miran por la ventana y ven como otros les miran desde las suyas. Pasa algo fuera que no se llega a decir. Hay una especie de paranoia social llevada al extremo que provoca que no haya nadie fuera”, comenta el autor, a quien le gusta poner a los personajes en estos espacios cerrados “porque el tiempo pasa diferente y las pérdidas se viven de manera distinta”.

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