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Antonina Canyelles, la poesía que nace de la conmoción

Sale a la luz una edición ilustrada de 'Putes i consentits' - La escritora ya ha finalizado un nuevo poemario

Retrato de la poeta mallorquina Antonina Canyelles.

"La vida da muchas vueltas, lo puedo asegurar". Al otro lado del hilo telefónico, Antonina Canyelles, que pasa el confinamiento rodeada de libros y de música. La poeta, nacida en Palma en 1942, acaba de publicar una edición especial de su antología Putes i consentits (Lapislàtzuli, 2020) con ilustraciones de Marc Gil. "Después de una lectura poética en Barcelona, se me acercó un joven y me dijo: esto es para ti". Aquel joven, Marc Gil, entregó a la autora un ejemplar de Putes i consentits sobre el que había estado dibujando durante un viaje. "Fue muy generoso, haciéndome ese regalo, no me conocía de nada", comenta Canyelles. Su editor decidió que merecía la pena sacar esta edición ilustrada que, como tantas otras cosas, el coronavirus ha puesto ahora en cuarentena.

Dice Antonina Canyelles que la vida da muchas vueltas por que "siempre me había gustado escribir, pero nunca pensé que me hubieran podido publicar, ni remotamente, un libro". Durante su vida hizo muchas cosas y rozaba los cuarenta años cuando vio editado su primer libro, Quadern de conseqüències (1980), por el que obtuvo el premio Marian Aguiló. En 1981 llegaría Patchwork y después Canyelles dejó de escribir o, más bien, dejó de publicar: "Me dediqué a otras actividades que no eran muy compatibles por que para escribir has de tener tiempo mental. Y yo me dediqué a otros trabajos, pero el pensamiento poético lo he tenido toda mi vida por que es algo que no se pierde, pero no tenía el pensamiento para escribir". Qué provocó ese parón de más de dos décadas es algo que Canyelles no ha sabido nunca: "Así como se frenó, volví a tener ganas. No quiere decir que no escribiera nada, siempre hacía cosas aunque después las guardara, pero publicar y estar bajo los focos no me atraía nada". El apetito se le abrió en 2005, año en el que Lleonard Muntaner editó Piercing. Desde entonces las ganas de escribir nunca la han abandonado y publica regularmente cada dos años. "Acabo de terminar un libro [todavía inédito] y más adelante empezaré otro, pero en este momento tengo más ganas de leer y de escuchar música". Aunque la suya es una de las voces destacadas de las letras catalanas, Canyelles le quita hierro al asunto: "Yo siempre lo digo, la poesía no es la pasión de mi vida. Tengo muchas pasiones. Me gusta mucho leer sobre pintura, leer poesía, ensayo y, además, también escribo. Es una actividad como cualquier otra. Yo me lo tomo como una cosa natural y normal". La vez que le preguntaron cómo empezaba a escribir un libro se le ocurrió contestar que "con un sofrito, como todos los platos mallorquines, cuando lo tienes ya puedes arrancar". Ese sofrito es la primera idea: "Tener la manera de decir los versos iniciales y ellos mismos te llevan y te cantan". Todo esto no significa que sea una tarea fácil, exenta de dedicación: "No soy de esas personas que escriben con facilidad. Aunque no lo parezca, mis poemas están muy elaborados y muy trabajados, aunque sean muy cortos. Y luego corrijo muchísimo. Por que hoy lo escribo y me gusta, pero no sé si mañana me gustará. Y a veces lo leo y pienso no sé como he escrito esta mamarrachada. Los tienes que dejar reposar". A Canyelles le gusta aclara que su poesía no nace de la emoción: "Siempre digo que escribo desde la conmoción porque las emociones son traidoras y la conmoción es mucho más directa. Me conmociona la vida, con todo lo que esto significa: las cosas de cada día, las que pasan, las que podrían pasar, las cosas que leo, los cuadros que veo, las influencias que tengo. Esto es una conmoción. Desde la belleza, desde la fealdad, el sufrimiento, las injusticias, la hipocresía, estas cosas a mí me tocan mucho y si te fijas en mis poemas siempre aparecen estos colores". Canyelles dice tener pocas cosas claras, pero si hay algo en lo que se reafirma es en su compromiso: "Yo siempre he estado muy comprometida con mi país y mi lengua, siempre. No pongo la bandera en el balcón ni llevo el lazo amarillo, pero soy una persona comprometida hasta el final, lo he sido y lo seré, lo tengo clarísimo, es de las pocas cosas claras que tengo".

Durante el franquismo estuvo a punto de entrar en la cárcel "por separatista, si no hubiera sido por algunas personas muy influyentes de la Iglesia y del Gobierno Civil, yo tenía que ir a una prisión para mujeres y no eran bromas", recuerda. La imagen que recibe del mundo le hace expresar que "vivimos un momento muy difícil y de complicada interpretación, hay muchos colores y muchos intereses. Son momentos complejos en todo el mundo. Y ahora todo el problema que hay con el independentismo, hay un españolismo rabioso. No lo sé, estoy en un punto en que el mundo ha cambiado mucho. Ahora basta con que nos manden un bote lleno de bacterias. Lo que está pasando ahora puede volver a pasar. Las guerras serán así. "Seamos optimistas, nos dicen y no sé muy bien qué significa. Supongo que quiere decir que sonriamos un poco".

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