Durante un año la comisaria de arte Pilar Rubí y el escritor Agustín Fernández Mallo han estado componiendo y grabando desde su domicilio las siete canciones que componen Sobre estas bases sentaremos los cimientos de nuestro imperio, la primera fase de un proyecto sonoro con el que los creadores se presentan como Revinientes, una traducción personal de la palabra francesa revenants en el sentido de regreso. Algo más que un disco y algo más que un grupo, Rubí destaca el componente experiencial del proyecto cuyo resultado "se ha ido generando con el devenir" y apunta que Revinientes es un experimento sonoro que surge del ámbito doméstico. Aunque en principio no iba a traspasar esas fronteras, finalmente los creadores han decidido "emitir desde nuestra caverna al mundo". La coincidencia del lanzamiento con el encierro por el coronavirus, dice el escritor.

Partiendo de unas bases sonoras que Fernández Mallo ya tenía grabadas, surge la idea de crear esta experiencia que se nutre de los referentes de los dos artistas, dice el autor. A lo largo de un año Fernández Mallo ha ido escribiendo unas letras "muy inspiradas y trabajadas, ajustándolas y corrigiéndolas en todo momento con Pilar", en las que el sexo, como sublimación mística del amor es la cuestión principal. Fernández Mallo conviene aquí con Georges Bataille en que "el erotismo, el sexo, es el deseo de morir, de deshacerte en el otro, y también de resucitar". Musicalmente Revinientes remiten al ruidismo de Stereolab, Lamarte Young, Broadcast y Sparklehorse, pero también al pop y a una lírica inspirada en Germán Copini, la voz femenina de The Carpenters o en Silvio Rodríguez buscando una voz "muy limpia y poética".

No es la primera vez que Fernández Mallo participa en proyectos musicales. Sin embargo, el autor aclara que "yo soy escritor y todo esto lo hago para expandirme e investigar, después vuelvo a la literatura. Son experiencias que abren otras puertas". Para Rubí, la música no es algo ajeno a su trayectoria: "No soy compositora, pero me he formado musicalmente, he cantado durante 18 años con la Coral Universitaria y he colaborado con grupos de pop y rock de la escena local", dice Rubí quien señala que sus centros de interés son la música y el arte contemporáneo. Así, la comisaria y periodista cultural relaciona Revinientes con el arte conceptual, el fluxus, el último arte del siglo XXI y con el arte globalizado.

En un recorrido que visita cada una de las canciones, la pareja va desgranando las cuestiones que han ido conformando el álbum. El camino sonoro se inicia con De eón en eón, un claro homenaje a Radio Futura en el que también se alude a la idea "de sexo que viene de la unión amorosa, de la materia que se sublima para ser otra cosa". En el segundo corte, Retengan sus almas, surge la cuestión de "no darlo todo de golpe, retener la excitación para que el encuentro sea más potente; y la incomunicación y la comunicación a través de los cuerpos". Atacama es la canción más pop. "De todo el proyecto, es la más sencilla y la más ajena a la esfera doméstica", dice Rubí. Para Fernández Mallo en esta letra se toca el problema de la "identidad como una alucinación del ego". La cuarta parada, la preferida de ambos, es La balada heavy de Williamsburg. Aquí juegan con la premisa de que "lo que más odian los hipsters es a los heavys". Los sueños es un tema inspirado en la lectura de Sergio Chejfeg quien dice que los sueños no pueden pertenecer a la noche ya que de ser así, sería imposible que los recordáramos. El penúltimo tema, K2, es una declaración de principios en la que oímos recitar "somos el piolet en la cabeza, el marxismo en cámara lenta y el capitalismo acelerado, somos flujo del sexo y no lo sabes". Por último, con Nuestro gran beso americano, un momento real captado por una cámara de videovigilancia, se centran en la nostalgia de la religión en el sentido del "ser superior que te vigila, que te controla y que te cuida", explica Fernández Mallo.