P ¿Qué le atrastró hasta la poesía de Luis García Montero?

R Leo su poesía desde que yo era muy joven. Luis García Montero me ha dado herramientas para mis propias canciones e imágenes. El hecho de escribir [en 1998] Aunque tú no lo sepas para Enrique Urquijo, una canción inspirada en un poema de Luis, me puso en contacto con él. Fue una suerte el conocerle, y a partir de ahí nos hicimos amigos. Hará unos cuatro o cinco años empezamos a pensar seriamente en la posibilidad de hacer un disco juntos.

P Si la valentía y el riesgo definen a Quique González, ¿cuáles son los rasgos distintivos de la poesía de García Montero?

R La sencillez, la clarividencia y el compromiso.

P ¿Qué huella le ha dejado este grande de la literatura?

R Me ha reforzado la idea de que los grandes artistas tienen una generosidad extrema. Luis ha escrito estos poemas pensando en mis propias canciones y eso para mí supone un regalo, uno de los mejores regalos que me han hecho en el mundo de la música.

P Dicen que la poesía nos hace mejores personas. ¿A usted le ha hecho mejor músico?

R Sí. El hecho de trabajar por primera vez con textos ajenos me ha hecho aprender otras cosas, otras formas de escribir, de rimar, de comunicar.

P ¿Necesitaba probar algo distinto?

R Me apetecía enfrentarme a este reto. Quería hacer algo diferente en cuanto a lo musical y trabajar con Luis era una oportunidad fantástica que me daba pie a buscar otros sonidos, otros paisajes sonoros un poco más alejados de mis últimos discos, de Nashville [donde grabó Daiquiri blues y Delantera mítica] y del rock americano. Quería un disco un poco más acústico, más Mediterráneo, más orgánico.

P ¿Cómo logró esa sonoridad mediterránea?

R A partir de los músicos y de la instrumentación. Nunca, o igual una o dos veces, había introducido en mis canciones la guitarra española, un instrumento que por sí solo te acerca un poco más a nuestra cultura. También hay mandolinas italianas, zanfona -un instrumento del siglo XII-, contrabajo... Hay un poco de guitarra eléctrica, que lleva al rock americano, pero predomina lo acústico.

P ¿Resulta más fácil trabajar con alguien a quien se admira?

R Sí. Es como jugar al tenis con alguien que lo hace mucho mejor que tú. Aunque seas un paquete, jugarás un poco mejor cuando hay un maestro al otro lado de la red. También es verdad que la responsabilidad es mayor. El reto consiste en agradar a la otra parte, en que parte de tu trabajo sea apreciada por la otra persona.

P En la 'Canción del pistolero muerto' habla de la "pedagogía del suburbio".

R La importancia de la educación está muy presente en todo lo que escribe Luis García Montero. No sé si esa pedagogía está presente en todo el disco, porque el álbum va lo íntimo a lo colectivo, de lo social a lo sentimental, pero sí es una idea que lo salpica.

P "Vivir es aprender a soñar con la lluvia, a mojarte en la historia", canta en 'Seis cuerdas'. ¿Solo puede hacer suyas experiencias vividas?

R Me gusta escribir a partir de mis experiencias personales, a partir de lo que me deja huella, de lo que he perdido. Es una forma de exorcizar mis demonios, mis penas, mis alegrías... Incluso hablando en tercera persona la mayoría de las veces hablamos de uno mismo.

P En 'La nave de los locos', el tema que abre el disco, dice que "nuestra consigna es resistir colocados delante de los focos". ¿Concibe su profesión como una carrera de resistencia?

R Sí, como los poetas. Vivir es resistir, encajar los golpes con deportividad y levantarte más fuerte todavía después de una supuesta derrota. Con toda la inestabilidad que tenemos los músicos, ya no te digo los poetas, sí que es una necesidad absoluta la capacidad de resistir.

P ¿Los golpes forman parte del pasado o le siguen sacudiendo?

R La verdad es que me siguen golpeando. Es difícil lidiar con la gente del negocio de la música en general. Tengo muy buenos amigos que me han ayudado pero la gente que maneja el negocio no tiene amor por la música, sino por el dinero, y no suele cuidar a sus artistas. Las dos horas semanales en las que salgo a cantar es lo más alucinante que puedo hacer, con la ropa puesta. Lo otro a veces se hace duro y conoces a muchos que te chupan la sangre todo el tiempo.