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Gabriel Janer Manila: "La idea de sexo festivo y potente ya existía en la mente de las mujeres"

"Estas situaciones educaban para una sexualidad más libre y más humana, tenían una función educativa"

El escritor y pedagogo Gabriel Janer Manila, esta semana, en Palma. DM

Hace 40 años Gabriel Janer Manila (Algaida, 1940) publicó Sexe i cultura a Mallorca: el cançoner, resultado de una labor de recopilación que había ocupado 15 años de su vida. La obra tuvo continuidad en un segundo libro en el que se recogía la narrativa y el teatro. Con motivo del aniversario de la publicación, Nova Editorial Moll ha reeditado ambos reunidos en un solo volumen.

P ¿Este cancionero vino a completar una carencia?.

R En aquellos años, en los círculos intelectuales, se elogiaba el Cançoner del Pare Ginard, que se acababa de publicar, pero al mismo tiempo se lamentaba que muchas canciones no estaban recogidas porque, al ser sacerdote, la gente ya no se las decía. Fue un poco casual, una de esas cosas que empiezas pero no sabes a donde te llevarán. Yo ejercía de maestro en Llubí y estaba hospedado en casa de un matrimonio mayor. Una noche, para hacerme reír, el hombre me cantó una decena de canciones. Pensé que eso era lo que faltaba buscar. Le pregunté si sabía más, pregunté a mi familia. Cuando tuve unas cuantas pensé que debía trabajar con un método, programándolo y buscando contactos en diferentes pueblos.

P ¿En qué contexto se cantaban estas canciones?

R De forma natural siempre en días de fiesta, cuando ya habían cenado y habían bebido dos vasos de vino, no había nadie que lo parara. Alguna vez me invitaron a cenas de matances y se cantaron canciones eróticas que yo iba apuntando. En sa Pobla, en la revetla de Sant Antoni. Allí tenía amigos que me ayudaban a buscar gente. Alexandre Ballester, Antoni Torrens, la madre de Simó Andreu, que contribuyó mucho a este cancionero.

P ¿Había algo más detrás o eran canciones meramente festivas?

R Cuando cantaban un día de fiesta no se preocupaban por si había niños presentes. Esto era fantástico porque los jóvenes solo oían hablar de sexo de forma represiva, para prohibirlo, pero cuando la gente se soltaba no mostraban un sexo prohibido sino un sexo festivo, alegre y divertido. Es decir, en el fondo estas situaciones educaban para una sexualidad más libre y más humana. Me parecía que antropológicamente tenían una función educativa extraordinaria porque la gente aprendía otra visión del sexo y me gustaba que fuera así.

P ¿Qué nos dicen de aquella sociedad?

R Que la gente se defendía y lo hacía a través de la burla, de la risa y de la comicidad que todas estas canciones propiciaban. La gente reía y se divertía y en el fondo se burlaban de todo aquello que les llegaba a través de los canales represivos. Y esta burla era liberadora. Podemos tener miedo, pero sabemos que el sexo es una fiesta.

P ¿Qué papel tenía la mujer?

R La mujer no era pasiva en absoluto. Es verdad que había machismo, pero también había una fortaleza especial de la mujer. Estaban más condicionadas, si había un desastre ellas eran la víctimas. La represión estaba más dirigida a la mujer. Así y todo esta idea de sexo festivo y potente existía también en la mentalidad de las mujeres.

P ¿Qué aprendió de esa generación?

R La expresividad del idioma. Me enamoraban las palabras, escuché formas verbales que ya estaban en desuso, me conmovía que para ellos todavía estuviera vivo. El idioma estaba presente de una forma brillante y viva, lleno de metáforas, de imágenes poéticas y eufemismos grotescos que provocan la risa por el ingenio que habían aplicado.

P ¿Sigue teniendo sentido cantar estas canciones?

R Totalmente porque dan la idea de un sexo fresco, nuevo, valiente y alegre. La satisfacción más grande que me ha dado este libro es que yo recogí estas canciones de una generación que era la última que las sabía. La que vino después ya no las conocía, pero la siguiente generación las aprendió de mi libro y las volvió a cantar, devolviéndolas a la tradición oral. No son piezas de museo. Actualmente la gente joven tiene una formación sexual deprimente, a través de la pornografía. En el fondo es un sexo triste, con poca implicación afectiva. Hay que mostrarles como se divierte la gente joven en Artà o en Manacor con estas canciones y su idea festiva del sexo frente al que llega a través da la pantalla, y que encuentro degradante sobre todo para la mujer.

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