El acercamiento de Bernardí Roig a la figura de Ludwig Wittgenstein ha dado como resultado LJJW Architekt un volumen que recoge más una década de trabajo, un libro-objeto que el artista ha construido con todo el material elaborado a partir de su relación con el filósofo austríaco y, más en concreto, con las dos únicas casas que Wittgenstein construyó. Una de ellas, edificada en 1914 en un fiordo noruego, es una cabaña para pensar. La otra, es una construcción que el autor del Tractatus logico-philosophicus diseñó en 1926 para su hermana Margarethe. Para Roig este trabajo supone que "por primera vez no trabajo la figura o la escultura. Trabajo con la arquitectura y la relación que tiene ésta con el pensamiento". Su objetivo ha sido "intentar poner en relación el pensar, el construir y posiblemente la imposibilidad de habitar. Digamos que este libro trata de la tensión que se genera en la cabeza de uno y los lugares que necesita esa cabeza para edificar su pensamiento. El libro recoge todo este material: hay películas, hay dibujos hay maquetas, hay un concierto, y hay fotografía." El volumen, tal como explica Roig, ha terminado siendo un "libro-objeto-edificio" en cuyo ensamblaje han colaborado el escritor Agustín Fernández Mallo y el filósofo y crítico de arte Fernando Castro Flórez.

La presentación de LJJW Architekt tendrá lugar esta tarde a las 20:00 horas en la Galería Kewenig y contará con la participación de los tres implicados. Se proyectarán los dos audiovisuales incluidos en este trabajo. Cerrará el acto Juan Feliu que interpretará a la guitarra eléctrica el Concierto para la mano izquierda de Ravel. La elección de esta pieza no es casual. Ravel la compuso para Paul Wittgenstein, concertista de piano y hermano del filósofo, que perdió un brazo en la guerra, pero que continuó tocando a pesar de ello.

Agustín Fernández Mallo y Bernardí Roig, ayer, en la galería Kewenig. Redacción

Fernández Mallo, para quien Wittgenstein ha sido un referente constante en su trayectoria vital y literaria, aceptó la invitación de Roig de participar en el proyecto y lo hizo uniendo escalada, literatura y arte contemporáneo. Su intervención se ha concretado en la producción del vídeo titulado Primera directísima a la cabaña Wittgenstein (una llave eterna) y en un texto en el que relata esa experiencia. La película recoge cómo Fernández Mallo escala por primera vez la pared que conduce de forma más directa a la cabaña del filósofo. "La idea me parecía preciosa porque hablar de una directísima también es hablar de un dibujo, escalar de algún modo es dibujar sobre una pared. La segunda parte de la metáfora es que por esta vía alcanzas por la línea más directa al cerebro de uno de los filósofos más importantes del siglo XX". El escritor destaca que este trabajo le ha permitido profundizar en la parte matérica del pensador "una dimensión de Wittgenstein que no había experimentado". Para Bernardí Roig la edición del libro no supone un final: "He aprendido a leer a Wittgenstein, pero no se ha resuelto nada ni ha acabado nada todavía estoy ensanchando la cabeza, pero una vez que has entendido una serie de proposiciones del Tractatus ya no hay vuelta atrás", admite. Roig hace suyas las conclusiones del filósofo cuando dice que "somos lo que decimos y ese es el límite. De lo que no podemos hablar hay que callarse, pero no en el sentido de enmudecer. Hay que intentar abarcar ese callar y ese silencio en una forma para poder representarlo. Para mí, ese modo en que se pueda contar algo dicho fuera del lenguaje es dibujar", concluye el artista.