Actor, director y dramaturgo. Tras interpretar al cardenal franquista Enrique Pla y Deniel en 'Mientras dure la guerra', de Amenábar, e inaugurar el Festival Don Quijote de París con la obra 'Federico García', prepara un nuevo desafío, un espectáculo sobre Miguel Hernández.

P Artà, Fornalutx, Barcelona... Con tanto trasiego ya no sé dónde vive usted.

R Hace 40 años que tengo en Barcelona mi cuartel general. Sigo teniendo casa en Artà, pero hoy está rodeada de unos pisos espantosos; prefiero las normas urbanísticas de los pueblos de la Serra.

P Se dice que Barcelona se ha vuelto insufrible para residir.

R La Barcelona que fui a buscar cuando tenía 18 años, una ciudad efervescente culturalmente, hace mucho tiempo que no existe. La de hoy no me interesa nada, a ningún nivel. Su transformación turística la considero un horror. Soy mallorquín y ya he visto la transformación turística en mi isla, conozco el poder de transformación del turismo. La Rambla de hoy es como s'Arenal o Magaluf. Intento vivir más en Fornalutx que en Barcelona pero me cuesta mucho, por mi trabajo. Mis conexiones profesionales están allí. Si estoy en una fase de escritura, como ahora, que preparo un nuevo espectáculo y necesito estar solo, me encuentro más cómodo en Fornalutx, pese al ruido de las motos de la carretera al Puig Major.

P ¿Qué está preparando?

R Un espectáculo sobre Miguel Hernández. Estoy en la fase inicial. No sé qué forma tendrá pero me he aliado con un músico extraordinario, Carles Dénia. Me encantó desde la primera escucha. Serrat, Enrique Morente, Carmen Linares, Victor Jara, Alberto Cortez y otros han musicado a Hernández pero la intención es que Carles Dénia haga una composición original. Es un compositor sobresaliente.

P No abandona la Generación del 27. 'Federico García', en los escenarios desde 2015, no deja de girar. La última parada fue en París, en el Festival Don Quijote.

R Inaugurar el festival en París fue algo muy bonito, con el teatro lleno y en pie aplaudiendo. La respuesta del público ha sido muy satisfactoria durante todo este tiempo. Y es que el espectáculo tiene un plus añadido. Lorca es el representante en el mundo de la herida de la Guerra Civil española no curada, una herida que aun supura; ni la guerra ni el dolor están olvidados. Y la gente aplaude para expresar esa catarsis. Ninguno de los espectáculos biográficos que he hecho había tenido el recorrido que ha podido tener Federico García, lo cual no significa que fueran menos interesantes, significa sencillamente que eran sobre poetas que habían escrito sobre una lengua minoritaria y por eso continúan teniendo las puertas más cerradas. El poso más visible que me ha dejado Federico García ha sido la compañía, ya convertida en una auténtica familia. Disfruto mucho trabajando con músicos, al conocer su lenguaje. Me comunicó muy bien con ellos.

P ¿Ve a Palma preparada para celebrar una gala de los Goya?

R De sobra. Tenemos uno de los teatros mejor preparados de Europa para un evento como los Goya, el Auditorium. Y podría ser beneficioso para Balears, al potenciar la visibilidad del ámbito audiovisual, en especial los documentales, un género con el que se hace un gran trabajo.

P ¿Estuvo en la gala de Málaga?

R No. Soy muy esquivo con estas cosas. Mi representante no está nada de acuerdo pero a mí no me gustan. En este sentido soy un anticuado. Me siento cómodo en los Premis Serra d'Or que los conceden los monjes de Montserrat. Ese ambiente me gusta más. No tengo la ropa adecuada para el glamour de una gala como la de los Goya.

P 'Mientras dure la guerra', película en la que interviene, tenía 17 nominaciones [finalmente logró cinco goyas]. Por lo menos debió seguir la gala por televisión.

R Tampoco. Estoy a punto de cumplir 60 años y tengo muchas cosas que hacer antes de morirme. Ni sé cuándo se hizo la gala ni cuántos ni qué premios se llevó la película. Donde me encontré cómodo fue en el rodaje de esa película.

P Ha sido su primer trabajo con Amenábar. ¿Qué le ha revelado el encuentro con uno de los grandes del cine?

R He hecho muchas películas y he conocido a muchos directores y por lo tanto, muchas maneras de gobernar un rodaje. Con Amenábar me sentí muy cómodo porque es un poco como yo: serio. No se hace el cachondo para intentar encontrar sintonías. Tampoco es desagradable. Habla poco, está muy concentrado en su trabajo, confía mucho en su equipo y tiene al mejor ayudante de dirección de este país, Fernando Izquierdo.

P Todo habrá sido agradable, salvo su personaje.

R Mi personaje es el más desagradable del reparto. El Bisbe Pla, Enrique Pla y Deniel, fue un horror, alguien profundamente desagradable, súper franquista y obcecado, algo muy curioso, porque se había formado en Roma, en seminarios de instrucción profunda a todos los niveles. ¿Cómo pudo alguien con su formación apoyar una aventura como la de Franco?

P ¿Cómo se enfrentó a un personaje tan alejado de usted?

R No me quedó otra opción que hacer un personaje de composición, a partir de una pequeña máscara, de unos pequeños movimientos, algo que no me resulta propio pero que lo puedo mimetizar y me permite hacer creíble el texto, el diálogo.