Alzamora se preocupa, durante la conversación con DIARIO de MALLORCA, de dejar claro que el protagonista de esta historia es Mascaró, alguien por quien siente una "gran admiración". Descubrir este personaje al lector a partir del vínculo que tuvo con March se le ocurrió cuando conoció una anécdota "muy significativa": "March siempre había querido que Mascaró trabajara para él, algo que el escritor rechazaba. En una ocasión, ante la presencia de Emili Tremulles (colaborador de March, que fue director de Banca March), el banquero le dijo a Mascaró que podía pedirle lo que quisiera, pero que accediera a trabajar con él; el orientalista le pidió uno de sus puros, hechos expresamente para March. Ante la petición, March espetó a Tremulles: ¿No has oído lo que ha pedido el señor Mascaró? ¡Corre a buscar una caja de puros! Y tremulles se fue corriendo, acatando las órdenes de March", cuenta Alzamora, que continúa: "Cuando tuvo el puro, Mascaró le dijo que no trabajaría para él". Esta anécdota es conocida porque el traductor la contaba en petit comité, contento de haberse negado a la proposición " porque si no, ahora yo sería Tremulles". "Estar bajo las órdenes de March significaba asumir sus mandatos fueran los que fueran", dice el de Llucmajor. Y Mascaró valoraba mucho su libertad.

Reis del món se divide en dos grandes partes, y cada una cuenta con un narrador diferente. En la primera es Emili Tremulles la voz que relata los hechos: un encuentro en Ginebra (Suiza). Se trata de una conversación en la que aparecen los tres, y que sirve para explicar cuál era la relación entre Mascaró y March. Además, es la parte en la que se ahonda en la personalidad del banquero, así como cuál fue su papel durante las dos guerras mundiales, la Guerra del Rif o la Guerra Civil Española, así como su paso por la cárcel durante la II República o sus negocios relacionados con la prensa. La otra parte, que se centra en la vida de Mascaró, está narrada por Kathleen Ellis, con quien estuvo casado, y su etapa como profesor en Inglaterra. Escritas en formato de diario personal, en estas páginas se presenta el pensamiento del orientalista, que se convirtió en un reputado profesor y conferenciante gracias a las traducciones al inglés del Bhagavad Gita, uno de los textos más importantes del hinduismo, entre otras.

El proceso de escritura de este libro ha durado cinco años. Los primeros dos y medio los dedicó a la investigación, y fue después cuando se puso a escribir. Habló con muchas personas que han estudiado a una u otra figura, o a ambas. Y pudo conversar, también, con el padre Joan Francesc March, que les conoció personalmente, pues era sobrino de March y discípulo de Mascaró: "Fue enormemente generoso, y su testimonio ha sido muy valioso". Murió, a los 92 años, el pasado verano.

Estar durante cinco años pensando en estos dos personajes provoca que "tengas una especie de relación con ellos". "Son dos figuras de una potencia literaria extraordinaria", señala Alzamora, quien describe a Mascaró como un defensor acérrimo del diálogo como forma de superar conflictos y como un gran defensor de la paz, "pero no desde un punto de vista naif o cursi, sino de una manera muy profunda, espiritual, y con voluntad de construir una sociedad mejor. Creía que el conocimiento y la paz nos mejoraban como personas". Según su pensamiento, las personas y la naturaleza están conectados y forman parte de un todo, "algo que liga mucho con la percepción del mundo de Ramon Llull" y con las "corrientes actuales anticapitalistas, por eso me resulta tan interesante poner a Joan March como contrapunto, que representa el capitalismo por antonomasia".

Desprecio por el turismo

Si algo tenían en común estas dos figuras, apunta Alzamora, es que "despreciaban el turismo". Para Mascaró era una "lacra que llegaba para romper el mundo que él tenía idealizado, Santa Margalida, donde pasó su infancia"; March, en cambio, "consideraba que era un negocio de tontos. Eso les sitúa a ambos en una Mallorca muy distante a la de hoy". Y apunta Alzamora que políticamente fueron muy outsiders: "No creo que March tuviera ningún respeto por Franco, tampoco por la República. No respetaba a los políticos, estaba en otra liga. Y Mascaró fue un exiliado durante el franquismo. Era católico, pero de mentalidad totalmente abierta y respetuoso. Estaba enfadado con la Iglesia Católica por su vinculación con el franquismo".

En las primeras páginas se puede leer una cita de Lao-Tse: "A qui suporta els infortunis del Regnes, se l'anomena rei del món". Según el autor, ambos personajes tuvieron que soportar, de una manera u otra, los infortunios del mundo, por eso son reyes. Con esta novela, Alzamora pretende reivindicar la conversación y la idea de debate y diálogo en profundidad, extensión y calma. Como hacían estos