Visto lo visto y, sobre todo, oído lo oído durante el concierto del pasado sábado en el Auditorio del Conservatorio, podemos decir que tenemos una cantera de futuros profesionales de instrumentos de cuerda para mucho tiempo. Ese grupo de cámara, formado por una quincena de instrumentistas jóvenes que estudian los cursos de violín, viola, violonchelo y contrabajo en nuestro centro profesional de referencia nos da la medida del buen hacer del centro. Enhorabuena. La sesión, conducida de forma excelente por Barry Sargent, el violinista americano residente en Sóller, empezó muy puntual (lo que hay que agradecer) y de forma muy Presto, es decir, imprimiendo al primer movimiento del concierto de Vivaldi una velocidad que no dejaba tiempo para el respiro. Esa fue la tónica general de todo el concierto: conseguir un clímax sonoro y mantener la tensión y la atención por parte de los intérpretes que tocaron sin bajar la guardia en ningún momento y con una afinación y musicalidad exquisitas, que ya quisieran muchos profesionales.
Barry, a través de sus movimientos corporales y con su violín a cuestas, lideró una hora de buen hacer y de buena música. Sin descanso. Una hora de disfrute que el público asistente (menos de media entrada, tristemente) supo agradecer.
Buenas las versiones de Vivaldi y Mendelssohn que abrieron y cerraron el evento, pero soberbias las de las dos sinfonías de Boccherini y Carl Philipp Emanuel Bach, sin duda los dos momentos más completos de toda la propuesta.
Orquestra de Cambra del Conservatori Superior
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Barry Sargent, director. Obras de Vivaldi, Boccherini, C. Ph. E. Bach y Mendelssohn. Auditori del Conservatori (11/01/20).
