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Crítica de teatro

Espert y el duende

Me dijo una vez el actor Salvador Oliva que a los veteranos de su oficio los años de ensayos y funciones se les van marcando en el rostro; que con el tiempo consiguen proyectar cualquier sentimiento con una simple mueca, con un gesto mínimo. Fue después de ver en escena a Carles Canut, si no recuerdo mal.

El viernes me acordé de esa conversación, mientras veía y escuchaba como Núria Espert recitaba, contaba y recordaba a Lorca. Lo hacía con alma y con calma, con movimientos serenos, precisos, sin sobreactuación alguna, masticando las palabras regaladas por un grande siempre presente. De hecho, por momentos parecía que ni siquiera actuaba, que simplemente decía, mientras miraba al público entregado, obviamente, al mito vivo que tenía ante sus ojos.

Desfiló parte del Romancero gitano, y en general la esencia de la obra global del poeta y dramaturgo. Oímos la pena negra de Soledad Montoya, para acordarnos de que las mujeres de Lorca casi siempre están solas y cargan pesos enormes; el Romance de la luna luna y la Canción del Jinete, acompañada de una grabación de Paco Ibañez. Y Thamar y Amnón, drama terrible y bíblico, y lorquiano a la vez, y muy gitano, y también Grito hacia Roma, que puso la guinda una lección más, aunque resulte obvio decirlo, de Espert sobre las tablas en la tercera colaboración con Pasqual bajo el manto de Lorca.

Se quedó una noche bella que terminó bien, con un coloquio post-función donde la profesora Patricia Trapero habló de poesía ante doscientos espectadores que decidieron seguir cultivando cosas bonitas.

Romancero gitano

Teatre Principal

****

De Federico García Lorca

Director: Lluis Pasqual

Actriz: Núria Espert

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