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Entrevista

Carmelo Gómez: "El teatro es minoritario porque no ofrece respuestas, pero puede consolar"

El intérprete asegura que el lenguaje de la pieza es "selecto" y "elevado"

Carmelo Gómez.

P Pronto hará dos años del estreno de Todas las noches de un día. ¿Se esperaban este éxito?

R Sabíamos que íbamos a tener una gira larga, pero lo que de verdad nos ha sorprendido, más que el tiempo, ha sido la buena reacción del público. Esta es una función para un público exigente y que esté más o menos habituado al teatro. Requiere concentración y capacidad para valorar un teatro de la palabra, que es evocadora durante cada segundo. Toda la teatralidad está en la imaginación del espectador. No hay nada especial en el escenario, es muy sencillo, pero muy emocionante.

P A pesar de ser exigente ha tenido éxito y repercusión. ¿Significa que este país entiende el teatro y está acostumbrado a verlo?

R No. En Palma hay programadas dos funciones, y esto es algo excepcional. En casi todas las ciudades medianas estamos un día. Esto me parece muy pobre. Hay gente que va al teatro y que es muy fiel. Pero son 300.000 personas, no más. El resto de la gente vive ajena a la escena. Los valoradores de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) dicen que no tenemos un buen nivel cultural. Y no es porque seamos un país mediterráneo o perezoso. Sencillamente porque nunca ha habido el más mínimo interés por parte de la política de darle la importancia que se merece la cultura.

P La dramaturgia es de Alberto Conejero, y en escena les dirige Luis Luque. Hay dos personajes, Samuel y Silvia. ¿Cúal es su historia?

R Conejero coloca en escena una historia tórrida de amor. Un amor platónico, no correspondido, pero sin embargo un amor que está vivo en ascuas, encendido. El lugar es un invernadero. En la obra hay un canto a la naturaleza, a lo verde, a la epifanía. Al sembrar y a la esperanza del nacimiento. Hay también un canto al amor entre los seres, en este caso entre un hombre y una mujer de clase social muy distinta. Hay thriller, porque hay una desaparición. Entonces llega un policía que trata de encontrar pesquisas que el espectador va atando. A partir de la media función, el público ya sabe lo que pasa. Y también sabe que la historia no va de una trama, sino de un mundo de poesía, de recuerdos, del pasado y del presente. Todo a partir de un lenguaje selecto y muy elevado.

P Conejero es uno de los autores más destacados en teatro.

R Tengo que decir cosas buenas de él. Se atreve con propuestas muy personales donde la palabra construye, a través de la imaginación del espectador, la auténtica dramaturgia. Cuando leí el texto lo percibí muy bello, y pensé que me gustaría ponerlo en mi boca. Es un escritor que se merece poder seguir en el teatro. Es concienzudo, trabajador y tiene ganas de hacer cosas nuevas. Y tiene varias influencias de peso: Tennessee Williams, Lorca. Creo que lo que más le caracteriza es que es un dramaturgo de la esperanza.

P La historia transcurre en un invernadero. Hay botánica, flores, naturaleza. A nivel simbólico, ¿qué dicen estos elementos?

R Precisamente hablan de la esperanza. Del ciclo vital, el nacimiento, la voluntad de perdurar. Pero la existencia implica también morir, y no solamente a nivel vegetal. No somos más que elementos en esta vida, y tenemos el mismo proceso que tiene un árbol que echa la hoja en otoño y renace en primavera. La vida no es tan importante si no se vive con pasión y gusto por el día a día, como tampoco la muerte tiene sentido si le tenemos pánico.

P Esta obra habla de la historia de un amor imposible. ¿Cómo lidiamos los humanos con esta frustración?

R Esa es la pregunta del millón. Yo creo que ningún poeta, escritor o sabio, quizás sí algún filósofo, se ha atrevido a decirnos cuáles son las claves y cómo se resuelven todos los enigmas de la existencia. Nosotros, como seres pensantes, tenemos ciertas ilusiones, pero la naturaleza acepta las situaciones sin necesidad de entenderlas. Al poeta le pasa algo así. Trae preguntas, concita consuelo, pero jamás se atreve a dar soluciones. Por eso la función es poética, porque no trata de resolver nada. Sin embargo, es muy consoladora; por la esperanza, el gusto por vivir. Y vivir con las contradicciones, entre ellas la muerte.

P Ana Torrent es la actriz

R Yo no la conocía, la había visto en teatro. Siempre me había parecido una mujer muy enigmática, muy extraña. Y creo que esa extrañeza es lo más fuerte que tiene su presencia. A parte de que es una actriz incuestionable. Eso es lo que más me gusta de ella, la capacidad que tiene para el enigma. En la adaptación de Edipo debería ser la esfinge, que es el enigma puro. Y además es muy sensual, erótica, provocadora. Simplemente con su presencia. La esfinge no es obscena, y Ana lo tiene: es limpia, elegante. Y es fascinante.

P ¿El teatro es refugio?

R Volvemos a lo mismo. Yo creo que eso no tiene respuesta. No tengo respuesta. Todos necesitamos el teatro, la poesía y voy a decir que incluso necesitamos la alta política, eso que aquí no vemos. Sabemos que existe, pero no la tenemos. Hay cosas inevitablemente necesarias, y que nos ayudan a vivir, entre ellas todo lo que tiene que ver con lo artístico. Porque te abre los ojos, porque trae consuelo, porque son evocadoras, porque aumentan la capacidad de percepción, abren horizontes€ El teatro es un espacio de recogimiento, pero no ofrece respuestas, aunque pueda consolar. Por eso es minoritario.

P ¿Porque no soportamos no tener respuestas?

R O porque la gente quiere que haya un balón, once tíos en un lado y once tíos en el otro. Resuelto ese asunto, el que mete más goles gana. Esto es muy simple. Pero todo lo que sea simple, en estos tiempos de exceso de información, tiene éxito, porque es un problemón pararse a discernir sobre las cosas, pararse a pensar, agarrar un libro y perder una tarde. ¡Por Dios! Estamos demasiado ocupados para esto. Ahí está la historia: tendríamos que cambiar eso a través de la educación. Con dinero público.

P ¿Cómo tiene que venir el público a ver la función? ¿Con qué disposición?

R Todo el mundo que esté dolido debe venir, y aquellos que están satisfechos también, porque siempre hay algo en el futuro que nos está esperando, y debemos prepararnos. Y considero que el teatro, o una buena película, un buena poesía, un cuadro o un buen libro, nos ayudan a aumentar la percepción sobre la vida para estar preparados para ella. En cuanto a la disposición, es importante dejarse llevar por lo que ocurre y no estar prejuiciados. Hay que poder ir a un sitio, sentarnos y acepar que lo que hay ahí va pasando y está hecho para que yo lo percibe. Y en ese momento empieza el disfrute de las cosas. Lo bello es lo que nos pone en contacto con la vida.

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