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Crítica de cine

Alma al diablo

Imaginen que un cliente encarga un chalet a un arquitecto. Le queda tan redondo, niquelado, que añaden dos ampliaciones. Cuarenta y dos años después, el chalet tiene nueve pisos. Este es mi problema con Star Wars. Por eso me ha costado horrores entrar en la segunda y tercera trilogías, y en cambio disfruté el verso libre de Han Solo: Una historia de Star Wars. Hace cuatro décadas, George Lucas no pensó en crear una franquicia; sí un sofisticadísimo culebrón espacial con un inteligente toque mitológico. El éxito insufló la vena empresarial y Lucas vendió su alma al diablo, como Kylo Ren en el constructo recién estrenado.

Asimilando que son lentejas, los ingredientes al menos mantienen la calidad. J.J. Abrams tiene querencia aguda por enrevesar las tramas y habilidad ídem para desenredarlas y rematarlas, con un ritmo trepidante sostenido sin llegar a reventar el tacómetro. Se agradece mucho que el relevo del protagonismo haya pasado a una mujer, Rey/Ridley, bella y con muchísimo carácter; y su emparejamiento, en un duelo de esgrima telepático, con un malvado de rostro visible y actor de talento desbocado, Adam Driver. También la producción es exquisita, con refinamiento supremo de los efectos visuales informatizados. Renquea el filme en un cúmulo de minucias. Isaac y Boyega se resignan a ser palmeros, resucitan por trigésima vez Leia, Solo y Luke solo para dejar todo atado y reatado, sonroja la pueril maldad de los militares imperiales (Gleeson y Grant), igual que muchos diálogos; y marea el exceso de mcguffins. De Joseph Campbell, el gurú de Lucas, no asoman ni las cenizas. En media palabra: entretenida.

Star Wars -

El ascenso de Skywalker

***

Nacionalidad: Estados Unidos, 152 min.

Director: J.J. Abrams.

Actores: Daisy Ridley, Adam Driver, Oscar Isaac, John Boyega.

Cines: Augusta, Rivoli, Ocimax, Artesiete Fan, Cinesa Festival Park, Multicines Manacor.

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