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Restauración

Las cirujanas que curan los tesoros de la Iglesia de Mallorca

Retablos, esculturas, pinturas, tablas policromadas. Cientos de obras de arte del patrimonio eclesiástico de la isla han pasado por el Taller de Restauració del Bisbat de Mallorca, que acaba de recibir la Medalla d'Or de la Ciutat

Bajo un gran foco, unas manos decididas y resueltas hacen incisos con un microtorno sobre el profeta Isaías, cubierto parcialmente de estuco blanco para nivelar la policromía. Después del color, esas mismas manos colocan con precisión y pulso de cirujano el pan de plata con una capa de mixtión. Es un día de trabajo más en el Taller de Restauració del Bisbat de Mallorca. Antònia Reig, Francisca Jaén, Beatriz Requena, Maria Antònia Fernández y Maria Victòria Reina son las cirujanas de las obras de arte eclesiásticas de Mallorca. Tanto pintura como escultura, así como los retablos de las iglesias, pasan por su quirófano para que perduren de la mejor manera posible en el tiempo.

Fue la necesidad urgente de conservar el ingente patrimonio artístico-religioso de la isla lo que motivó en 1981 al obispo Teodor Úbeda a crear este espacio, que fue dirigido en sus inicios por el sacerdote y restaurador Miquel Garau y que ahora acaba de ser distinguido con la Medalla d'Or de la Ciutat.

El Taller ocupa unas dependencias de la Casa de la Iglesia en Palma (calle Seminari). Las cinco técnicas ejercen su labor en el tercer piso de uno de los edificios de la sede de la diócesis. El espacio -muy cinematográfico- impresiona: la disposición -amplia y alargada- confirma que era el antiguo dormitorio de los seminaristas. "Aquí hay un relicario que proviene de Pollença, señala la directora del Taller Antònia Reig. "Allí hay tres piezas que irán al nuevo museo diocesano cuando abra sus puertas", continúa. En el recorrido, muestra obras que provienen del Convent de Sineu o unos ángeles góticos que son de Petra y "que estaban en muy mal estado". "Estamos estudiando qué relación podrían guardar con el Betlem, comenta la restauradora. Tres grandes figuras acaparan las miradas en el Taller. Son una sibila y dos profetas. "Ahora estamos restaurando a Isaías y a otro que todavía no sabemos quién es", confiesa Reig. Las piezas formaban parte de una casa santa que se instalaba en el que fue uno de los conventos más importantes de Palma, el de Santo Domingo. Tras la desaparición de éste, su patrimonio se dispersó. "Estos dos profetas fueron a parar a Sant Nicolau". En 2020, todo el conjunto que formaba parte de dicha casa santa estará rehabilitado. "Se presentará y se musealizará".

El Taller ha experimentado etapas muy diversas. En los comienzos, el padre Garau trabajaba con voluntarios. Y ocupaban un espacio en el Palau Episcopal. Con el tiempo, únicamente fueron ingresando especialistas. "Ahora somos cinco en el equipo, tres tituladas y dos ayudantes de restauración con más de 20 años de experiencia", revela Reig, que tomó el relevo de la dirección en el 96 y poco después fundó con especialistas de la UIB el Grup de Conservació del Patrimoni Artístic Religiós. "Por aquí [el Taller] ha pasado mucha gente porque según la obra que se ha de restaurar participan otros especialistas que pueden aportar conocimiento para que la intervención sea lo más adecuada posible", relata la restauradora. "Y calculo que algunos años hemos llegado a actuar en cerca de 40 piezas", calcula. Para la directora, la salvación y puesta a punto del Crist de la Sang, una imagen emblemática de la isla, fue un hito: un trabajo satisfactorio y bien hecho que no estuvo exento de presión por las expectativas puestas en el resultado. Las mujeres siempre han sido mayoría en este centro curativo del arte. "También hay hombres, pero la proporción en nuestra profesión es aproximadamente de 1-9".

Desde 2016, en el Taller del Bisbat se estableció un nuevo protocolo según el cual, antes de la intervención, se llevan a cabo un conjunto de estudios preliminares de las obras. Esta documentación previa (el proceso de restauración también se anota de manera muy precisa) ha mejorado el trabajo de este quirófano de obras de arte. "Desde el momento que sabes más sobre la pieza, actúas también con más conocimiento", sostiene. "Además, el trabajo se realiza con equipos interdisciplinares, donde las decisiones se toman a partir de las diferentes voces que forman parte del grupo", abunda la restauradora.

Las radiografías de las piezas se han normalizado desde que se elaboran los citados estudios previos. "Gracias a estas técnicas de imagen y los estudios preliminares, se ha revalorizado mucho la escultura ligera, que había sido creada también por artistas profesionales para que formaran parte de las típicas escenas teatralizadas de las fiestas religiosas", relata Reig. "Tenemos más información y creo que también la estamos trasladando de otra manera", considera.

Hace menos de un lustro, el Taller restauró el conjunto de Marías del oratorio del Roser Vell de Pollença: ocho esculturas del siglo XV que representaban el momento de la muerte de Jesús. "Estaban en mal estado, tenían muchas policromías y queríamos comprobar cómo estaban por dentro. Tras muchos estudios preliminares y gracias a las radiografías, vimos que María Magdalena tenía una cara diferente al resto. Rascamos la superficie y vimos que había otro perfil que se había rehecho. Así descubrimos que, originalmente, María Magdalena era como las otras", relata Reig.

El Taller recibe una ayuda nominativa del Consell a tenor del convenio firmado entre la institución insular y el Obispado de Mallorca para la conservación y restauración de piezas del patrimonio eclesiástico. El montante para las actuaciones asciende a 120.000. El capítulo de estudios preliminares y documentación, a 60.000.

Para la directora, las ayudas para mantener el legado artístico de la Iglesia son muy necesarias y urgentes. "Pienso que a partir de las restauraciones y la puesta en valor también del patrimonio inmaterial se puede conseguir que la gente ame y valore estas obras que también son de todos", subraya.

Reig señala que, en relación a otros territorios, en Mallorca se conserva "casi todo" el patrimonio eclesiástico. "Únicamente durante episodios bélicos determinados se destruyó alguna pequeña parte, pero poco. Y con la desamortización también se perdieron cosas. Pero es cierto que las iglesias de la isla no están desnudas, al revés, rebosan obras de arte. Tanto que se podría montar un taller de restauración en cada una de ellas", considera. "Por eso es muy positivo que las iglesias y la diócesis vele por su patrimonio y lo tutele para su conservación. Aunque es cierto que faltan recursos económicos y de personal para abarcar la inmensidad".

Con el fin de controlar y velar por el patrimonio eclesiástico, se creó una comisión de expertos específica en la diócesis. También existe un inventario de los bienes muebles de la Iglesia que fue elaborado por la UIB, con Catalina Cantarellas al frente. "Hay una copia de este inventario en el Ministerio de Cultura, otra en el Obispado y una más en el Consell. Esta última institución la está digitalizando", desvela Reig.

Conservación preventiva

Uno de los aspectos más importantes en el campo patrimonial es la conservación preventiva. "Desde la comisión de patrimonio del Obispado se está diseñando un protocolo sencillo sobre cómo manipular y cuidar los objetos y piezas en las iglesias. Podría darse esta información a través de charlas informativas o dípticos. Es una iniciativa que estará lista en 2020", apunta.

Sin ánimo de alarmar, Reig incide en uno de los grandes problemas que está atacando a los valiosos retablos de la isla: la formiga blanca. "La pauta de conservación que se propuso es poner unas trampas en los caminos de las hormigas para destruir el nido y después poder actuar", explica la restauradora. "Esto debería hacerse en todas las iglesias cuyos retablos están afectados. Es una medida efectiva", asegura.

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