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Con ciencia

Conectoma

Conectoma

Los Estados Unidos y Europa están destinando importantes recursos y fondos de investigación para poder entender mejor el cerebro humano, aunque siguen estrategias distintas para lograrlo. Si los europeos centramos los esfuerzos en alcanzar algo semejante a una recreación computacional del órgano del pensamiento, los estadounidenses han puesto en marcha el Human Connectome Project, destinado a lograr el mapa de la conectividad anatómica del cerebro.

La palabra conectoma, un barbarismo necesario, remite de forma evidente al genoma —el mecanismo que codifica y transmite la información esencial que hace que todo ser vivo sea, en términos anatómicos, como es— pero centrando el foco en lo que podríamos llamar la maquinaria de cableado del cerebro. Cada vez queda más claro que cualquier proceso cognitivo es el resultado de la actividad sincronizada de una red de neuronas que se encuentran muy alejadas entre sí. De momento, la identificación de las redes asociadas a una tarea de pensamiento —o de acción— concreta sólo puede hacerse detectando la conectividad funcional, la activación y desactivación sincronizadas de los grupos de neuronas que forman la red; un enfoque estadístico, en realidad.

Sabemos que tales grupos de neuronas se comunican entre sí por la coincidencia que se da en su actividad pero ignoramos de qué manera se establece la comunicación, a través de qué medios. El proyecto del conectoma tiene como objetivo saber cómo se conectan de forma física las neuronas distantes y, cuando se averigüe, el tipo de conexión identificado puede arrojar una luz nueva sobre la actividad cerebral y el control del cerebro sobre nuestros pensamientos y nuestras acciones.

La tarea, como cabe imaginar, no es sencilla. Hasta hace una década era un lugar común el de suponer que en nuestro cerebro existen cien mil millones de neuronas en cifras redondas, aunque el cálculo hecho por Suzana Herculano-Souzel en 2009 rebajó el total hasta 85.000 millones —apuntando, de paso, que el número en sí mismo tiene sólo una importancia relativa porque son muchas otras las variables que intervienen en los procesos de actividad cerebral. Pero incluso 85 de los billones anglosajones son una cifra enorme. La revista Science acaba de dedicar su portada a un trabajo de Alessandro Motta, del Departament of Connectomics del Max Planck Institute for Brain Research de Frankfurt (Alemania), y sus colaboradores que muestra el mapa neuroanatómico de la capa 4 de la corteza somatosensorial del ratón. Dicho de otro modo, los autores han identificado el conectoma —con las sinapsis de excitación e inhibición que regulan las conexiones— en la comunicación de un total de ¡89 neuronas! Es fácil de imaginar la tarea que nos queda por delante.

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