Hace ya unos diez años, un usuario de la biblioteca Josep Maria Llompart, en s'Escorxador, se decidió a sacar el libro de Isabel Allende Inés del alma mía. Transcurrieron los veinte días reglamentarios que se permite el préstamo y nada se supo de la novela. El personal del centro reclamó por correo electrónico y por teléfono su devolución sin éxito alguno. El tiempo pasó y siguen sin noticias de la novela. En la actualidad ostenta el triste récord de 3.907 días en préstamo (cifra que sigue subiendo). Pero no es el único caso de una obra que se ha ido en préstamo para no volver. El centro tiene registrados un total de 1.527 documentos, entre libros y audiovisuales, que no han sido retornados. Muchos de ellos, al igual que el título de Allende, rondan o sobrepasan el abismo de la década fuera, como El Diccionari de Dubtes i Barbarismes, que lleva 3.886 días con el mismo lector; Cyrano de Bergerac, 3.789; Veus 1, Curs de Català, 3.738; o las películas El Bueno, el feo y el malo,3.575, o Ciudadano Kane, 3.572, por citar solo algunos.

Ante tanta morosidad documental, la biblioteca ha pasado a la acción. Ha salido en busca de estas obras con una exposición con la que se pretende que se visualicen algunos de estos títulos que no han regresado a sus estanterías, junto con sus respectivos días de demora en la devolución. Una iniciativa que ya puso en marcha la biblioteca de Ripollet (Barcelona) a la que se ha sumado la palmesana con un objetivo claro: recuperar estas obras. "La idea es dar un toque de atención a nuestros usuarios y a los ciudadanos en general mostrando lo que supone no devolver un libro a la biblioteca", señala Ana Gimeno, la bibliotecaria encargada del equipamiento municipal, quien apunta que se informa del número de documentos no devueltos y del coste que supone, "un gasto que sale del bolsillo de todos". Entre las obras no retornadas, hay 812 libros de adultos, 407 infantiles y 308 audiovisuales, todo con un valor aproximado de unos 20.540 euros.

"Es una falta de responsabilidad, de respeto de una cosa pública y hacia los otros usuarios, porque perjudican al conjunto de los ciudadanos", lamenta Gimeno, quien remarca que desde esta instalación todo son facilidades para los lectores. "Solo se tienen que hacer un carné y con eso cuentan con todo el material a su disposición. Tantas veces como lo quieran sacar tantas veces se lo podrán llevar", apunta, para remachar que no devolver un título supone "una falta de civismo y de conciencia ciudadana".

Libros infantiles

En este sentido, Gimeno censura que esta práctica con bienes que son de todos puedan aprenderla en su casa los más pequeños cuando sus padres optan por quedarse las obras para niños que sacan de estas dependencias municipales. "Hay bastantes libros infantiles que no devuelven", explica la encargada de la Josep Maria Llompart, que afea que los progenitores no den ejemplo y eduquen a sus hijos en la falta de responsabilidad y de respeto hacia el servicio público. "A esos niños se les debe enseñar, no tienen ninguna culpa, es el padre quien tiene que decir 'tenemos un libro de la biblioteca, hay que devolverlo porque te lo han dejado", incide la bibliotecaria, que detalla ejemplos como el de la película Ballerina, que era "una novedad y la sacaron y no han devuelto", o el clásico de Roald Dahl, Matilda. "Compramos una edición nueva muy guapa", de la que, una vez prestada, nunca más se supo; o El reino de la fantasía de la colección de Gerónimo Stilton, "libros caros que no volvemos a adquirir y que si no lo retornan se rompe la colección. "Eso a la biblioteca le hace mucho daño", abunda.

Pero las consecuencias de no devolver un libro van mucho más allá de las colecciones rotas. Hay obras descatalogadas que ya nunca se podrán recuperar como Un viaje por la historia de Francia, de Robert Cole. Títulos muy consultados, como manuales de idiomas ( Les exercises de Grammaire), diccionarios ( El Diccionari de Dubtes i Barbarismes) o clásicos de la literatura muy demandados por estudiantes ( El Tirant lo Blanc o La Celestina). Ejemplares perdidos para la biblioteca, que se sitúa ante una difícil tesitura cuando tiene que ejecutar su "limitado" presupuesto: "Tenemos que escoger entre incorporar novedades o hacer recuperación de libros", remarca Gimeno.

El contrapunto a este tipo de conductas lo ponen otros lectores que en ocasiones hacen donaciones de obras que ya no usan en casa, relata Gimeno. Un caso especial, cuenta, fue un usuario "que al ver en la exposición que no habían devuelto Sicília sense morts, de Guillem Frontera, nos lo ha regalado. Es un gesto muy de agradecer", señala.

Pero los casos de libros no retornados no son un fenómeno aislado que castiga solamente al centro de s'Escorxador. Todos los equipamientos municipales lo sufren en sus estanterías, según confirma la jefa de sección de Bibliotecas del Ayuntamiento de Palma, Margalida Plomer. Y aunque no tienen cuantificada esta mala praxis, sí la tienen asumida. "Es un problema a título general. Todas las bibliotecas saben que un porcentaje de su presupuesto anual debe ir a reposición de libros", revela. Es más, a esta elevada tasa de obras en préstamo eterno, añade una categoría aún más censurable, los llamados "desaparecidos", que no salen pasando por el mostrador, sino "en mochilas", aprovechando la falta de detectores magnéticos en algunos centros. Es decir, libros directamente robados. En estos casos apunta dos "curiosas" categorías: los libros eróticos y los de leyes, como el Código Civil, el Penal o Derecho Administrativo.

También los fondos del centro estatal de Can Sales se resienten por las obras no devueltas: "Pasa en todas las bibliotecas", confirma su directora, Maria de Lluc Alemany. Aunque tampoco cuentan con un recuento detallado, sí que tienen en sus registros obras que llevan prestadas largas temporadas, confirma Alemany, que agrega que a este problema se suman los libros perdidos "que pueden estar extraviados en la propia biblioteca porque están mal colocados o no se sabe, no están, pero tampoco están asociados a un usuario".

En la base de datos

La responsable de Can Sales ofrece cifras de 2017: se registraron 555 títulos no devueltos y 263 perdidos. En este sentido, Alemany incide también en el agravio que esto supone para el resto de lectores: "Están en nuestra base de datos pero el usuario no los puede utilizar nunca, y a lo mejor vienen a consultarlos, pero no lo encuentran", aclara.

Así, hace un llamamiento a todos aquellos que tienen en casa un documento de la biblioteca que se han demorado en exceso en retornarlo a "que se mentalicen de que no es ni de la biblioteca ni de él ni de nadie, es de todos, que lo pagamos con nuestros impuetos y que es mucho dinero, claro", expone, para recordar que esta práctica, "afecta al servicio en general y al acceso a la información que es el derecho básico que tenemos todos".

Tampoco la red de bibliotecas del Consell de Mallorca se salva de estos amigos de los libros ajenos. El año pasado no volvieron a las estanterías 709 ejemplares, cifra que se ha disparado en este 2019, en el que solo en los seis primeros meses no se han devuelto 1.394, según fuentes del departamento que dirige Bel Busquets.