Miguel Aller (León, 1926; Palma, 2016) siempre afirmó estar "muy agradecido" a todo lo que le había dado la música aunque también es cierto que esa pasión, que le llevó a dirigir los sellos Fonal y Maeller y convertirse en pionero en la creación de los primeros estudios en la isla, le dio algún que otro quebradero de cabeza. Por sus estudios desfilaron cientos de grupos y solistas de todos los estilos, desde Lina de Levante, Gabriel Estarellas, El Chiquetete o Los Massot, a Los Sayonara, Los Juncales, Los Brujos o Los Vagabundos, pero hubo una artista que le dejó huella: Isabel Pantoja. "Yo la descubrí, ella me engañó", espetó el señor Aller a Diario de Mallorca en julio de 2013, refiriéndose a una relación que no acabó bien: "Cobraron el dinero del contrato y desaparecieron. Me dejaron con un disco entre las manos, sin hacerle promoción y sin las 100.000 pesetas de la época que me debían".

Miguel Aller falleció a los 90 años, en 2016, pero su familia sigue denunciando el engaño y la traición que su progenitor padeció. "Isabel Pantoja: su vergonzoso comienzo como cantante", titula la revista Pronto esta semana en su portada. En sus páginas interiores, la viuda y los dos hijos de Miguel Aller reivindican la figura de un empresario, y también director de orquesta, productor y compositor, que dejó huella y creó tejido industrial en la Mallorca de los años 60, 70 y 80. "Con 1.000 copias de ese disco grabado, Aller vio cómo la tonadillera y su familia abandonaban la isla de la noche a la mañana con 5.000 pesetas en el bolsillo, incumpliendo un contrato que la ataba a la discográfica por un periodo de cinco años. No tengo ánimo de revancha, sólo quiero que quede claro lo que pasó y reivindicar la figura de mi padre", asegura a Pronto Miguel Ángel Aller.

Nacido en 1926 en León, Miguel Aller entró en el Ejército con 16 años para opositar al cuerpo de músicos y sacar el número 1. "Sin un duro en los bolsillos" llegó a Mallorca en 1955, y con el tiempo llegó a forjar un auténtico "imperio" discográfico, primero en la calle Sant Jaume y posteriormente, en el resto de la isla.