A veces pasa. Pasa que de pronto, un montaje inesperado, que rompe el centralismo geográfico y conceptual, te llega por el boca-oreja de un universo comprimido -las gentes del teatro- y resulta que (también) habla de ti. Me conectan las historias, mínimas y enormes al mismo tiempo, con mi infancia tardía. Capdepera y Cala Rajada, eje y centro del mundo en esta propuesta que quiere salirse de lo común, fueron de los primeros lugares que conocí en Mallorca, casi por azar. Me conectan los relatos con mi condición de foráneo, y de extraño.
Conecta el inicio de la pieza con los esquemas de El Pont Flotant -pioneros en el teatro de yo, naturalista y exquisito en lo narrativo- para viajar después hasta las tres mujeres extraordinarias, que apuntalan la obra; y en el medio: costumbrismo, verdad, humor y razones poéticas. Las historias de Antonia Melis, Elionor Massanet y Francisca Terrasa son las de todas aquellas que quisieron ser libres y sufrieron por ello (incomprensión, estigma, castigo, displicencia en el mejor de los casos); pero también la historia, comunal, de un pueblo de contrastes, avanzado a su época, peculiar en su mestizaje. Perfiles de heroínas a su pesar, de familiares, de vecinos? secretos, misterios, sociología y retratos humanos, bien contados, después de un trabajo de investigación de los propios actores que contiene revelaciones y cierta mística. Me quedo con ganas de saber más sobre Elionor, por ejemplo, de entrar más a fondo en los relatos, de saltar las ventanas que se nos abren. Y es que quizá se pretenda contar demasiado en lo que dura una representación, pero no quisiera verme yo en la tesitura de seleccionar un material tan potente, y tan frágil a la vez.
Aunque aborde temas globales, me cuesta imaginar Alenar fuera de su contexto, pero es que tampoco es imprescindible exportar siempre las cosas bellas.
Alenar
Espacios de Capdepera
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Creación colectiva. Dirección: Catalina Florit. Reparto: Toti Fuster, Biel Bisquerra y Pere Terrasa.
