Histórico es un adjetivo que se usa en exceso y muchas veces resulta inapropiado en la escena musical pero a Luis Massot (Palma, 1966) le pega como anillo al dedo. Fue el primero en poner música a Ses Voltes, o Las Bóvedas, que para el caso es lo mismo, a principios de los 80, cuando entraron por una ventana, conectaron "los cables a los focos de la Catedral" y empezaron a tocar a todo volumen; publicó el primer single de heavy metal en la historia de Balears, con Drakkar; ensayó durante años en el local más antiguo de Palma, el de la plaza Major, del que recientemente ha sido deshauciado; y es uno de los pocos músicos españoles que cuenta con un público fiel en Marruecos.

A pesar de los logros, a este cantante y bajista no se lo han puesto fácil. "De la música no se puede vivir exclusivamente, ni de coña, y con un ayuntamiento como el que tenemos, menos. No hay cultura musical", espeta. Así, ha tenido que compaginar su pasión por el rock potente con diferentes curros, como los de mecánico de excavadoras, pintor de camiones o albañil. Desde hace años trabaja en el Consell de Mallorca, y también desde hace un buen tiempo milita en Taifa, una banda que formó en 1997 y que bebe de las fuentes del rock andaluz, el flamenco y la música andalusí, un cóctel que triunfa en Marrakech, Tetuán y Tánger, entre otras ciudades del Magreb.

En el principio fue El Amanecer, el barrio en el que nació hace 53 tacos, y donde pronto entró en contacto con la música. "Empecé tocando con una pandilla del barrio. Tenía que ser guitarrista, y me compré una eléctrica en la Musical Las Ramblas, el único sitio que vendía junto a Torres. No era ni siquiera una guitarra, tan solo un trozo de madera. El cantante se puso malo y tuve que sustituirlo, y el bajista me dijo, mejor que cantes tú. Llegué a cantante un poco de rebote", confiesa un rockero que descubrió todo un mundo al escuchar el Whole Lotta Love del disco Led Zeppelin II.

La lista de grupos en los que ha dejado huella es tan larga como su cabellera: Cuarta Dimensión; Gorg Blau, al que considera su escuela; Acero; Drakkar, la banda con la que dio a conocer el heavy en Mallorca gracias a dos canciones, Libre y salvaje y Solo en la ciudad, ambas producidas por Carlos Lambertini; Elikat, con el que publicó dos discos; y Taifa. "A principios de los 80 nadie en Palma hacía heavy, salvo Acero. Había grupos en la isla que habían hecho rock, como Express o Europa, o El Mauri, un rock de los 70, pero no un rock potente. Nosotros abrimos un camino", afirma.

Ser heavy en los primeros 80 no era sencillo. "Era un poco revolucionario, y los tiempos poco han cambiado en este sentido. Cuando alguien ve a un heavy siempre le miran como diciendo: no me robes la cartera". Fiel a la moda de entonces, Massot probó suerte en el Concurs Pop Rock. No reniega de la experiencia, pero maldice la idea de recuperar aquel certamen, como ha sugerido el concejal y exalcalde Noguera: "Es una tomadura de pelo. Ni tienen la infraestructura para hacerlo ni tienen ni pajolera idea. No me parece que el Concurs sirva para fomentar la escena musical. Lo que tendrían que hacer es trabajar para que se abran pequeños locales para la música en vivo, como en los 90, donde había 50.000 sitios donde ver un concierto, y no como ahora, que tenemos tres sitios donde tocar al año y quizá por el estilo de música solo puedes hacerlo en uno. El dinero público prefieren gastárselo en chorradas, como el play back para triunfitos que se hizo en su día en el Parc de sa Riera".

Tras ser expulsados del local de la plaza Major, "un espacio que era patrimonio musical y cultural de esta ciudad y que acabará convirtiéndose en un trastero en el que guardar escobas", hoy ensaya en Es Gremi. En el Polígono de Son Castelló cocina, junto a los otros miembros de Taifa, Miguel Maya (guitarra) y Antonio Medina (batería), la nueva gira por Marruecos. "En Marruecos hay más público. Es parecido al Madrid de los 80, con festivales llenos, gente haciendo cola, comprando camisetas€ Eso no se ve hoy en España", asegura.

Entre sus fans hay dos personajes que merecen ser destacados. Uno es Mariskal Romero, otro histórico del heavy. "Le invitamos a los conciertos de Marruecos, sabedores de que estaba investigando sobre el disco Brian Jones presents the Pipes of Pan At Joujouka. Nos echa un cable de vez en cuando", subraya. El otro, Pep Bonet, el reputado fotógrafo y director de cine documental, con quien Taifa ha grabado su último trabajo, Acústico embrujado, en una vivienda embrujada de Palma. "Mientras tocábamos el fuego de la chimenea se encendió solo varias veces y la lámpara no dejó de moverse. La música es chamanismo puro, magia", promete. No aparecieron espíritus, por suerte para ellos, porque Massot usa los puños como maneja su voz, con maestría. "Me apunté a boxeo porque había maltratos escolares, y había que defenderse. La vida no era tan fácil como ahora. Por mi estatura he tenido que recurrir muchas veces al boxeo. No es algo para vanagloriarse pero la vida es así".

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