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Con ciencia

Caminando

Recreación hipotética del Danuvius.

Fuera del campo de los paleontólogos, cuesta trabajo aceptar que la locomoción es el único rasgo distintivo que comparten todas las especies pertenecientes al linaje humano, es decir, a la rama evolutiva que incluye Homo sapiens y nuestros ancestros, tanto directos como colaterales, que no lo son también de los chimpancés -nuestros parientes vivos más cercanos. Dicho de otro modo, hace alrededor de siete millones de años los linajes humano y chimpancé se separaron. Los primeros protagonistas de esa bifurcación evolutiva serían muy parecidos entre sí pero con la particularidad para el primer humano -y todos sus descendientes- de caminar de forma bípeda, sin apoyar las manos en el suelo. Los chimpancés apoyan los nudillos de sus manos -nudillean-; los humanos andamos erguidos.

Desde que se constató esa característica esencial del linaje humano se ha intentado entender cómo evolucionaría la bipedia a partir de otro tipo de locomoción que sería, por supuesto, el propio de los antecesores comunes compartidos por los primeros chimpancés y humanos. Como los gorilas también nudillean, cabría pensar que fue esa forma particular de cuadrupedia, apoyando las plantas de los pies y los nudillos de las manos, la marcha característica de los simios anteriores a la separación que dio paso a los humanos. Hay especialistas en la locomoción de los primates, como Brian Richmond y David Strait, que lo sostuvieron ya en el año 2000 mediante la aplicación de un análisis multivariante de los huesos de la muñeca de los simios publicado en la revista Nature.

Pero el trabajo de Madelaine Böhme, investigadora del Departamento de Geociencias de la Universidad de Tübingen (Alemania), y sus colaboradores, aparecido en la misma revista, en el que presentan el fósil de una nueva especie de simio que vivió en Europa hace más de 11 millones de años, el Danuvius guggenmosi, cambia esa forma de ver las cosas. Como se hann conservado los huesos completos de las extremidades de ese simio, al interpretar sus funciones Böhme y colaboradores sostienen que el D. guggenmosi habría vivido en los árboles, utilizando para desplazarse en las alturas la suspensión -como los actuales orangutanes y gibones-, pero también descendería al suelo andando de forma bípeda por él -como es el caso de los humanos.

Si fuese así, los ancestros comunes de todos los simios africanos actuales, incluyéndonos a nosotros -simios también, en realidad- podría haber tenido una locomoción de ese estilo; algo que cuadra con los rasgos de las extremidades de los primeros humanos como los Ardipithecus. Claro que, en ese caso, resultaría que el nudilleo evolucionó por separado en gorilas y chimpancés. Necesitaríamos más fósiles como el de Danuvius, pero africanos y de cerca de 10 millones de años, para poder aclararnos.

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