De su boca salen constantemente buenas palabras. Ensalza a su compañera de reparto en Escenas de la vida conyugal, Andrea Pietro: “Además de una gran actriz, es una persona maravillosa. Ojalá todo el mundo pudiera conocerla”. Ricardo Darín tomará el Auditorium los próximos días 1, 2 y 3 de noviembre.

P Llega al Auditorium con Escenas de la vida conyugal. ¿Qué se encontrará el público?

R Espero que pasen un buen momento, que tengan la oportunidad de reírse, disfrutar y, al mismo tiempo, reflexionar con algunas cosas que suceden encima del escenario. Es una obra compuesta por siete escenas que cuentan la relación entre dos personajes, un hombre y una mujer que estuvieron casados durante 25 años, padres de dos hijas, y que en un momento determinado tomaron caminos diferentes. Supongo que mucha gente se sentirá identificado.

P No está ambientada en ningún tiempo concreto. ¿Por qué?

R Se menciona a dos ciudades europeas, pero hemos tratado de que no estuviera localizada en ningún lugar porque creemos que es un tema universal. Lo más importante no pasa por esas definiciones sino por lo que ocurre entre ellos dos.

P ¿Significaría esto que no ha cambiado la manera de relacionarnos, que tenemos las mismas preocupaciones y los mismos miedos que en cualquier otro tiempo?

R Yo creo que sí que ha cambiado la manera de relacionarnos, lo que no ha cambiado es nuestra manera de no relacionarnos. La intolerancia no ha cambiado, tampoco la falta de comprensión, de generosidad, ponerse en el lugar del otro. No obstante, tengo fe en las nuevas generaciones. Hoy en día hay nuevos códigos de relación, ni hablemos del #MeToo y esos movimientos que se están produciendo en el mundo a favor de los derechos de las mujeres. El mundo sí cambia, está en movimiento, pero los humanos siempre tropezamos con la misma piedra, y eso es lamentable. No hemos aprendido mucho a recabar las trabas.

P La obra muestra la descomposición de un matrimonio. ¿Qué significa para usted esta palabra?

R Cuando era más joven que ahora, cosa difícil porque soy muy joven aún, el matrimonio era como un objetivo, pero nunca soñé con estar casado. Lo que yo soñaba era con ser padre. Nos han hecho creer que para tener hijos hay que estar casado, pero sabemos que no es así, afortunadamente podemos elegir otros caminos. Si me hablas de matrimonio en lo único que no se me ocurriría pensar es en mi mujer. Viviendo con ella, mano a mano, durante tanto tiempo, nunca sentí estar dentro de un matrimonio. Me siento más bien con la persona más maravillosa que he conocido en mi vida, con una compañera, con una socia, con una amiga, una cómplice, con quien me río a carcajadas, a quien adoro profundamente, y que me ha dado el privilegio de tener dos hijos maravillosos. No lo reduciría solamente a la palabra matrimonio.

P A veces se excluye esa palabra para explicar algo bello.

R Así somos los seres humanos.

P ¿Es de los que piensan que el amor para toda la vida existe?

R ¿Cómo no va a existir el amor para toda la vida? Soy de esas personas que cuando dicen te quiero no lo modifico. Después podemos pelear, discutir. Pero es difícil dejar de querer. Lo digo con conocimiento de causa.

P Se habla mucho de que los jóvenes no saben estar en una relación porque no saben comprometerse.

R Yo creo que los jóvenes son mucho más inteligentes. Han visto tantos fracasos de estructuras férreas que dicen: “¿Por qué voy a jurar amor eterno a una persona que acabo de conocer?” Me parece mucho más inteligente que lo de “contigo seguiré hasta que la muerte nos separe”. Luego resulta que el tipo o la tipa se portan mal y ya se ha hecho un juramento. Pienso que hay que vivir experiencias, aprender. Es muy bueno encontrarse con alguien a quien te parece que vas a amar, pero hay que tener suficiente experiencia anterior para poder cotejar, porque sino te puedes dejar deslumbrar.

P ¿Cómo es Juan, el personaje que interpreta en la obra? ¿Cómo ama?

R En malas palabras, es un hijo de puta, pero que hace gala de una gran sinceridad. Y eso es uno de los pocos aspectos positivos que creo que tiene, porque pone las cartas sobre la mesa. Un buen día, encuentra a su mujer de frente, la mira a los ojos y le dice: “Me enamoré de otra”. Y eso es algo que me impactó porque no todo el mundo lo hace. No es un personaje que quieran mucho.

P ¿La suya es una profesión condenada al sufrimiento?

R Sí, pero no es mi caso. Yo he tenido mucha suerte desde que tengo uso de razón. Siempre fui abrazado, invitado a formar parte de proyectos fabulosos. Soy el ejemplo de lo contrario, pero sé que se sufre muchísimo, sobre todo para conseguir estabilidad. Poder vivir del oficio es muy difícil.

P La estabilidad, esa quimera.

R Somos un permanente tembladeral.

P ¿Qué ha aprendido de su hijo [el actor Chino Darín], con el que trabajó en La odisea de los Giles?

R De todo. Es un ser maravilloso, luminoso, inteligente, generoso, solidario, sagaz, con una mirada aplicada al trabajo, a la comprensión y a tratar de entender a los demás que me enorgullece. Lo conocía como hijo, como persona, como joven. Pero tuve la oportunidad de conocerle como compañero de trabajo y fue emocionante. Estoy orgulloso de lo que vi de él. No por cómo fue conmigo, sino por cómo era con todos los demás.