—Para que se haga cargo del tipo de entrevista: "¿Trabaja usted con una voz y un cuerpo?

—Sí, porque esta voz surge de un ser humano con una identidad que respira a través de la piel. La voz mantiene una conexión perfecta con el cuerpo.

—Si ha de elegir usted entre 'Chicago' y 'Cabaret'...

—Cabaret, porque el papel de Sally Bowles es más complejo y dramático. Velma Kelly tiene buenos bailes pero no mucha profundidad ni alma, solo un montón de estilo y de pose.

—Catherine Zeta-Jones ganó un Oscar por 'Chicago' sin bailar.

—También bailó y no lo hizo mal. Ella es actriz de cine, un trabajo diferente porque es más difícil interpretar el papel sobre el escenario, has de ser profesional. Las películas son un animal diferente, allí puedes salirte con la tuya sin ser superprofesional. Todo está pregrabado y fijado.

—Marlene Dietrich cantó en Palma, y se desnudó ante extraños para cambiar de vestuario.

—Seguro que no lo hizo sobre el escenario, y que estaba lo bastante cubierta. También aquí se demuestra que era un espíritu libre, con valor y pletórica de autoconfianza.

—Dietrich dijo que le habría gustado ser un hombre.

—Le gustaba mucho ser una mujer, pero tenía el ánimo, el coraje, la fuerza y el poder de un varón. A Marlene Dietrich le fue muy bien siendo mujer y hombre a la vez.

—¿Qué aporta su montaje a Marlene Dietrich?

—El espectáculo está basado en una llamada telefónica que mantuve con ella en 1988 en París. Se me confió sobre sus secretos, tristezas, dolores y amantes. Me habló mucho de su hija y de Alemania.

—¿Tomó usted notas de la conversación?

—No, no. Hice mucha investigación, pero los principales recuerdos son los mensajes emocionales que me dio.

—¿Qué haría usted, si la Dietrich no hubiera existido?

—Entonces no podría ofrecer un espectáculo sobre ella, pero no soy quien soy por Marlene Dietrich, hace tiempo que no la uso como inspiración. Mi vida no cambiaría, pero el mundo se habría perdido ese icono increíble y legendario, y a la mujer progresista que ha inspirado a generaciones de mujeres.

—¿Alemania nunca cerrará las heridas del nazismo?

—Todo país tiene una complicada historia de terribles crímenes, de opresión, tortura, guerras religiosas y fascismo. Lo que debemos hacer es aprender, y mi motto es no olvidar lo que sucedió, para no repetirlo.

—¿Con "todo país" se refiere a la España de Franco?

—Sí, por supuesto, ustedes también tienen una complicada historia, con mucha gente que ha sufrido y otros que se han beneficiado de estos regímenes opresivos.

—¿El '#metoo' ha llegado a Alemania?

—Por supuesto, y es un movimiento importante que ha liberado a un montón de mujeres y ha preparado el terreno para el futuro, porque no volverán a ser tratadas como antes.

—Canta usted a Pablo Neruda, que ahora figura en la lista negra del '#metoo' por su comportamiento con una indígena.

—¿De verdad?, no lo sabía. La historia de cualquiera, y también de Pablo Neruda, es muy grande. Nos fijamos en una parte concreta que es su poesía, su lucha contra el fascismo, su visión y misión políticas. Desde luego que no se comportó como un ángel, pero también fue un mensajero de la liberación para mucha gente, y eso no puede olvidarse.

—Conozco a otra mujer de Münster, ¿son todas ustedes tan libres y llenas de energía?

—Münster es un lugar muy pequeño y conservador, así que me largué de allí en cuanto pude.

—¿Se presta usted a cada petición de 'selfie'?

—Lo hago casi siempre. Por educación y generosidad. Significa mucho para ellos, no tiene sentido negarse.

—¿La celebridad es una palabra hollywoodiense que no tiene sentido en Europa?

—No, la celebridad es un concepto antiguo. Son personas admiradas y también arrastradas por el fango, objetos de deseo y de desprecio a la vez. Por cierto, ¿cuánto va a durar esta entrevista?, porque me están llamando de Hong Kong y tengo otras cosas que hacer.

—Yo también, acabaré lo antes posible. En casa de Marlene Dietrich no había espejos.

—Es triste. Obviamente quería preservar la imagen de su juventud, pero es muy bonito convivir dignamente con la edad, aceptar que nada es como hace treinta años.

—¿Tendrá usted espejos en su casa dentro de treinta años?

—Soy vieja ya. Por supuesto que habrá espejos, por qué no.