Eduardo Guerrero (Cádiz, 1983) ocupará el escenario del Auditorium de Palma este sábado (21.00 horas) para presentar Guerrero, su último espectáculo. Se siente "feliz" y "querido" en Ciutat, donde se encontrará con su público por tercera vez.
P Su último espectáculo es 'Guerrero', que mostrará en el Auditorium de Palma el sábado.
R Guerrero es el homenaje que siempre quise hacer a las mujeres, principalmente a la mujer que me dio la vida, que es mi madre; a mi abuela, que fue la primera persona que me regaló mis primeros zapatos de baile y fue la que me introdujo en el arte de la danza; y también a mi maestra, mis amigas, a mis parejas.... Es un pequeño guiño a todas las mujeres en general, que hoy en día alzan su bandera con mucha fuerza y garra.
P ¿Tiene la sensación de que tendría que haber hecho este espectáculo antes?
R Quizás sí, pero Guerrero nace de algo muy interior y sentimental, muy personal, desde lo que yo he vivido. No puse en marcha el proyecto por el auge del movimiento feminista de la actualidad, lo que pasa que sí que ha crecido con él y ha ganado fuerza. Lo empecé en el año 2016, ya tiene trayectoria. Es un espectáculo que no quería que acabara nunca. Guerrero nació como una guerra de sentimientos, y va dedicado a las mujeres que más guerra me han dado, entendiendo que esa guerra es la fuerza para seguir luchando. Al final, ha ido creciendo con la sociedad, porque todo el mundo percibe el mensaje.
P En el escenario le acompañarán las cantaoras Anabel Rivera, Samara Montáñez o May Fernández. A las guitarras estarán Javier Ibáñez y Juan José Alba.
R Las tres cantaoras son madres, abuelas, maestras, amigas€Ellas son el hilo conductor de la historia, y con sus voces colocan a la mujer al lugar que le pertenece. Creo que en la actualidad ellas se sienten más fuertes para lanzar según qué mensajes. Antes, la mujer en el flamenco no ocupaba el lugar que ocupa hoy, ya que las compañías apostaban más por las voces masculinas. Ibáñez y Alba, los guitarristas, nos acompañan durante toda la obra.
P "Mi baile duele, pero es un dolor gratificante", dijo en una ocasión. ¿Por qué dice que duele?
R Porque lo que intento transmitir viene de muy adentro, es real. Una vez que lo pongo en escena noto el cansancio y la dureza de poder transportar esas emociones. Pero a la vez es gratificante para el público, que ve cómo el sufrimiento se convierte en alegría. Y es una satisfacción ver que por esa lucha interior, ese desgaste en el escenario, por los palos que bailas, recibes un aplauso, una sonrisa, el agradecimiento.
P ¿Le dolió el cierre de la compañía de Víctor Ullate, que se comunicó hace unos días?
R Me dolió. Coincidimos como compañías residentes en los Teatros del Canal (Madrid), durante este año. Me lo encontraba por los pasillos, en las cafeterías. Según pasaban los meses le veía entristecido y no sabía por qué. Me parece muy triste que en un país como España tenga que cerrar una compañía de danza cuando nuestra cultura es la danza. Nos estamos cargando de dónde venimos, lo que somos y lo que podemos llegar a ser. Duele que alguien como Víctor, que lleva toda su vida trabajando y entregado a la danza, tenga que dar un cerrojazo y decir "no puedo más".
P ¿España no valora la danza?
R Los políticos tienen totalmente abandonada la danza. Cada vez tenemos más problemas para programar en cualquier espacio y la programación disminuye. Tenemos que hacer las maletas para salir de España e ir al extranjero donde te tratan y te valoran como alguien que da su vida por el arte.
P ¿Teme por el futuro de su compañía?
R Temo por mi futuro y por el de todos los españoles. Seguimos sin gobierno. Nunca hablo de política porque no creo que sea mi labor, pero sí creo que la danza necesita protección y ayuda.
