Monstruos, bestias, alienígenas y también alucinógenos. Las Converses Literàries a Formentor son un tsunami de conocimientos. Tres días y cuatro noches de convivencia entre los máximos exponentes de la literatura actual, en torno a ponencias y encuentros improvisados, en sofás o terrazas, dan para muchas historias, algunas de ellas con un marcado sabor psicodélico, como el de las campanitas, unas flores alucinógenas que pueden encontrarse en los jardines del lujoso hotel, y que pueden fotografiarse pero nunca ingerirlas.

Fue Aurelio Major quien se refirió a la campanita durante el encuentro dedicado a la vida y obra de la poeta uruguaya Ida Vitale, un acto -celebrado el pasado sábado- en el que ejerció como presentador. El poeta, traductor y editor mexicano-canadiense, residente en Barcelona desde el año 2000, ya sabía de la existencia de estas flores en el jardín de Formentor y el pasado fin de semana se reencontró con ellas.

"Las campanitas son las flores de la datura, de la que ya hablaba Aristóteles", cuenta Major, quien advierte: "La datura es una planta alucinógena -en México recibe el nombre de toloache- pero puede ser venenosa en dosis altas. El principio activo se extrae de sus flores, muy grandes y atractivas, con el cáliz hacia abajo. Las flores se hierven y a lo largo de la historia han sido codiciadas por algunos escritores, como Antonin Artaud".

El poeta, dramaturgo, ensayista y actor francés Antonin Artaud (Marsella, 1896; París, 1948) abusó de ellas. Se dice que murió de una dosis letal de hidrato de cloral pero ese solo fue el final. Durante su vida las drogas le iluminaron, y también le torturaron, hasta la locura (llegó a pasar nueve años en manicomios). "Mi vida con la droga -la aventura del peyote la probó y le dejó huella- es una continua tormenta", escribió un autor cuya obra está salpicada por la violencia y la agresividad, y que en multitud de ocasiones repitió una frase poética enunciada por otro surrealista, Paul Éluard: "Hay otros mundos, pero están en este".

"La mala suerte de Artaud quizá fuera la de tomar un exceso del principio activo, eso le llevaría a una especie de locura de la que nunca se recuperó", señala Major, jurado del Premio Formentor de las Letras en 2014, cuando recayó en Enrique Vila-Matas.

Teofrasto, uno de los discípulos directos de Aristóteles, autor del primer tratado de botánica conocida, se refiere a la datura en los siguientes términos: "Se administrará una dracma [medida de peso utilizada en farmacia, equivalente a la octava parte de una onza] si el paciente debe tan solo animarse y pensar bien de sí mismo; el doble si debe deliberar y sufrir alucinaciones; el triple si ha de quedar permanentemente loco; se administrará una dosis cuádruple si debe morir".

La única droga que se probó el pasado fin de semana durante las Conversaciones fue la de la lectura, una adicción que también deja huella, en este caso sana, en el cerebro. Aunque dramatizada, la lectura de La agente literaria, obra de Sergio Vila-Sanjuán, dirigida por Manel Dueso, con las actrices Mercedes Sampietro, Francesca Piñón y Montse Germán, puso la guinda a esa jornada, la del sábado, el día en que Formentor descubrió una droga al alcance de la mano.

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