Con la proyección de un documental centrado en Italo Calvino y Alberto Moravia en Formentor, con imágenes encontradas en los archivos de la Radiotelevisione italiana, las Converses Literàries dijeron ayer adiós en una última jornada en la que dos autores, Manuel Vilas y Joumana Haddad, se dieron un baño de aplausos con sus intervenciones en una carpa que se quedó pequeña dada la respuesta del público.

El día arrancó entre "alienígenas", con una mesa dedicada a profundizar en el miedo y el dolor que habita en obras como El club de la lucha, de Chuck Palhniuk (título escogido por Marta Fernández), o Clavícula, de Marta Sanz (defendido por Sabina Urraca). Los oyentes siguieron con atención las alocuciones, a pesar de que alguien del público confesó, micrófono en mano, que se emocionó tanto que no entendió nada. "Prefiero que capten un dos por ciento del total que el cien por cien de nada", contestó jocoso el historiador José Enrique Ruiz-Domènec tras su análisis sobre Les Gargouilles de Notre-Dame, de Michael Camille.

Los aplausos desde el corazón llegaron con Neus Albis, la presentadora de la segunda de las mesas, la de las Quimeras. "Acabar con la violencia que sufren las mujeres no puede ser una quimera", espetó tras informar al auditorio que se había producido a primera hora de la mañana, en la Colònia de Sant Jordi, el asesinato de otra mujerasesinato de otra mujer.

Los aplausos se convirtieron en ovación cuando tomó la palabra la escritora y periodista libanesa Joumana Haddad, que recurrió a Gregorio Samsa, el protagonista de La metamorfosis de Kafka. Un libro que devoró cuando contaba 12 años y con el que reafirmó su condición de "insecto", como "hembra", porque a las mujeres "siempre nos dicen que somos menos", y también como ser humano. "La escritura me ha salvado la vida, literalmente; los libros me han enseñado a soñar", confesó. "Encuentros como el de Formentor son necesarios para aprender a respetar más nuestra humanidad y abrazar todo lo diferente con más amor y menos odio", añadió. Igual de aplaudido resultó Manuel Vilas, que utilizó la broma como catarsis para inundar de risas la carpa con un decálogo acerca del Amado monstruo de Javier Tomeo, "una novela en la que la condición humana está vista desde el sentido del humor".

Satisfacción en la organización

El presidente del Premio Formentor y director de la Fundación Santillana, el también escritor Basilio Baltasar, hizo balance ayer al término de una fiesta literaria que ha registrado hasta 700 personas inscritas, lo que confirma que "hay una muy notable comunidad lectora en Balears que vive alrededor de los libros y alimenta esa sensibilidad literaria que no tiene nada que ver con la industria del entretenimiento que tortura al hombre aburrido".

Baltasar quiso destacar "la calidad de todos los ponentes, con intervenciones magníficas, iluminadoras e inspiradoras", así como la calidad de un público que ha sabido escuchar "con una atención tan sorprendente como ejemplar".

Respecto al premio otorgado a Annie Ernaux, que ayer protagonizó la última de las mesas redondas, la de los Ogros, "defendiendo" las Marranadas de Marie Darrieussecq, el director de las Conversaciones subrayó "el impacto" que ha tenido este galardón, tanto en España como en otros países, y no dudó en afirmar que el Premio Formentor seguirá creciendo, haciendo "más extensa su presencia".

"Prescindimos de lo que se llama literatura comercial, de la literatura de quiosco, y nos centramos en la inteligencia creativa de la genealogía de los grandes creadores de la literatura", concluyó.

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