Son las 19 horas y frente al Casal Solleric hay más políticos que ciudadanos sin carné de partido. Todo en orden. A la derecha, se sitúan los de derechas: Fulgencio Coll de Vox, que lleva el programa en el cinto, conversa con la exdelegada del Gobierno María Salom (PP). A escasos metros, el portavoz de Ciudadanos en el Parlament Marc Pérez-Ribas departe con Eva Pomar. Están relajados. En la oposición la Nit de l'Art no estresa: no hay que preparar frase alguna ni ensayar gestos fotogénicos.

A la izquierda de la puerta, aguardan los representantes de las fuerzas progresistas. De Més, lleva el liderazgo (y le encanta) el concejal de Cultura Antoni Noguera y su equipo (juegan en casa); con mayor discreción aguarda la inauguración la vicepresidenta insular Bel Busquets y su directora insular María Pastor. Cerca, haciendo camarilla sólida están los del PSOE. Compactos y sin mezclarse con los ecosoberanistas. Pactos sí, pero no revueltos. La línea de separación entre ambas fuerzas políticas estaba clarísima. Físicamente era nítida, podría haberse hecho un corte limpio con un cuchillo. El grupo socialista es nutrido (hay demostración de poder): la consellera de Presidencia y Cultura Pilar Costa, su delegada cultural Catalina Solivellas, el conseller de Turismo Iago Negueruela, la secretaria de Estado de Turismo en funciones Bel Oliver, el diputado Pere Joan Pons o el concejal felanitxer Xisco Duarte. Se echó en falta al alcalde José Hila, ayer en Madrid. En su lugar, acudió la concejala Joana Maria Adrover.

Para los que no lo saben, el sus oficial de la Nit de l'Art no es más que una foto de grupo en la entrada principal del Solleric. No es una foto de grupo de artistas, no. Es una imagen de políticos. Una instantánea cada vez más grande que demandará pronto una ampliación del hall del Solleric.

Noguera dirigió la batuta en el montaje fotográfico: fue el primero en colocarse, bien en medio. Le siguieron el resto de grupos políticos, excepto los socialistas, que aguardaban afuera a la presidenta balear. "Yo no me coloco hasta que llegue Francina", se escuchó en la sala. El gesto ¿precipitado? de Noguera, armar la foto antes del desembarco de Armengol, generó cierta incomodidad y denotó asincronía con los socios del Pacte. Básicamente, porque no hubo comunicación. En el montaje fotográfico, llamaba escandalosamente la atención la ausencia de artistas: únicamente Bel Fullana (hasta que se sumó el pintor José Fiol) compartió flashes para este primer selfie perpretado en apoyo a la cultura.

De nuevo, Noguera a la cabeza, de cicerone, decidió arrancar el recorrido en el Espai Dipòsit, convertido en un club nocturno, disfuncional y underground por Fullana, una nueva expansión de su pintura. Una experiencia extrema (sonora y visual) que propicia la búsqueda de la propia identidad entre tanta sordidez y superabundancia de sonido y oscuridad. Armengol rubricó la palabra "libertad" en la pared de los supuestos urinarios de este after que invitaba al exceso. Pere Joan Pons escribió en el mural el aforismo "Abuse of power comes as no surprise (El abuso de poder no llega por sorpresa)", utilizado por la artista estadounidense Jenny Holzer. "He visto su exposición en el Guggenheim y es maravillosa", espeta orgulloso. A la salida, la comitiva socialista se cruza con su excompañero Joan Mesquida, diputado de Ciudadanos, que hace cola junto al público general.

Tras una fugaz visita en la planta noble del Solleric, donde la monumental pieza de Albert Pinya es elegida para otra foto oficial, el siguiente selfie institucional marcado en el recorrido se va a producir en la galería Pelaires, con un proyecto en la planta baja sobre el periodista asesinado Carlos Cardoso tras destapar tramas corruptas.

Frederic Pinya, presidente de Art Palma, aseguró que "ver a tanta gente disfrutando del arte es la mejor recompensa. Es el público el que da el músculo a esta cita".

El calor fue un aliado para los que estaban interesados en ver con menos estrés y empujones las propuestas. Permitió ver sin agobios las piezas. La gente se agolpó en la entrada de las galerías, buscando un poco de aire en el exterior. Aunque la progresiva estrechura de la calle Sant Feliu contribuyó a la formación de un auténtico tapón a la altura de la Gerhardt Braun.

Menos congestionada que otros años estuvo la zona de Sant Nicolau y la calle Verí, donde un músico callejero llamaba la atención de los viandantes.

Muchas familias se retiraron más temprano que otros años tras haber participado por la mañana en las actividades de la Semana de la Movilidad. La celebración de las fiestas de Es Vermar en Binissalem también causó algunas bajas en esta Nit de l'Art, que aún deparó algún que otro momento inesperado que llevarse a la crónica periodística. En la galería Addaya, la presidenta Armengol y la delegada cultural Catalina Solivellas coincidieron con el recién destituido director del Institut d'Indústries Culturals (ICIB), Jaume ReusJaume Reus. Hubo saludo incómodo y de trámite (más afectuoso con Mateu Malondra, responsable del IEB); cada cual siguió después su camino. Fuentes cercanas al Govern aseguran que ya están listas, modificadas y aprobadas las bases para convocar un nuevo concurso para cubrir la plaza vacante que deja Reus.

El artista Albert Pinya sonríe malicioso cuando se le pregunta qué es lo que más le gusta de la Nit de l'Art. "Cuando se acaba", confiesa.

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