Nos gusta celebrar. Lo que sea. Da un poco igual el motivo, porque en realidad es una excusa para poder festejar, reunirnos, charlar con amigos, beber, ponernos nuestras mejores galas, fotografiarnos y dejarnos ver. Y si la fiesta va de arte, pues también. No importa si en todo el año no se ha pisado ni una sola vez una galería o un museo: la Nit de l'Art es sagrada y la gente quiere participar en masa de este acontecimiento.

El circuito oficial y el alternativo se baten el título de mejor anfitrión haciendo lo posible por atraer al mayor número posible de público. Unos, reivindicando su pedigrí, exhibiendo orgullosos en sus puertas, cual distintivo honorífico, el logo que los acredita como establecimientos reglados. Otros, reclamando para sí el mérito de ofrecer una visión diferente, más inclusiva y participativa, de esta fiesta del arte.

Centros artísticos de gestión pública, espacios privados, asociaciones juveniles municipales, grupos de vecinos, talleres de artistas fuera del sistema, grupos de música, artistas callejeros, restaurantes con pretensiones artísticas, casas particulares de culturetas... todos se sienten los verdaderos protagonistas de esta noche.

Y como es una fiesta, también vale ir disfrazado. Que se lo digan a las responsables de ABA Art Lab, que han visto como una espontánea entraba en su galería con unas enormes alas de ángel sin despertar, todo hay que decirlo, demasiado asombro entre los asistentes a la exquisita muestra de las cerámicas de Bárbara Juan. Algunos pensarían que se trataba de una performance, pero no.

A pesar de ser una noche especial para el arte, la mayoría de los espacios artísticos no se han salido de su línea expositiva. Si hay que hacerlo bien, mejor ir a lo que uno conoce ¿verdad? La Galería Fran Reus apostando por artistas jóvenes que se leen a dúo y que gustan de dejar piezas en lugares insólitos que ponen al público en la tesitura de llegar a dudar sobre si lo que están viendo es una obra de arte o no. Pep Llabrés y su predilección por las obras de op art de corte geométrico. La Galería Kewenig, con su inclinación por artistas de influjo germánico. Horrach Moyá, grandilocuente en sus propuestas. La Pelaires, con sólidos proyectos de artistas de recorrido internacional. Xavier Fiol, seduciendo al espectador, esta vez con mensajes secretos escondidos en los maravillosos dibujos de Fernando Megías. Todas las galerías oficiales han hecho su mejor intento.

Pero no olvidemos que estamos en la fiesta del arte y como en toda fiesta que se precie, se acaban formando subgrupos que montan su tinglado al amparo de la fiesta mayor. Así ha pasado en la calle del Vi de la Lonja, en donde sus vecinos, después de años de verse en medio del trajín de peregrinos en la ruta del arte, han decidido organizar su propia mini Nit de l'Art con exposiciones de los artistas del barrio, música, danza, propuesta de obra colectiva e instalación con crítica social incluida.

Y es que ha sido una fiesta para todos menos para el CaixaForum, que continúa por libre y programa ajeno a los tempos marcados por el resto de establecimientos artísticos con la Asociación de Galeristas Art Palma Contemporani a la cabeza.

Y bueno, lo que tienen las fiestas: si llegas pronto te falta "vidilla", pero si te quedas lo suficiente como para ver llegar a todos los invitados, acabas olvidándote de qué iba la fiesta y por qué estás allí. Porque hablando en serio, igual que la Nochevieja no es el mejor día para salir de marcha, la Nit de l'Art tampoco lo es para apreciar el arte sin agobios ni aglomeraciones.