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Converses Literàries a Formentor la entrevista

Cristina Morales: "Mi enemigo es el canon literario, cercenador y castrador"

"La danza me hace mejor escritora", confiesa la también integrante de la compañía Iniciativa Sexual Femenina

La escritora granadina Cristina Morales, ayer, en los jardines de Formentor. C. Cladera

Cristina Morales (Granada, 1985) es una de las novelistas del momento. Ganadora de la última edición del Premio Herralde, la de 2018, con Lectura fácil, obra que dispara contra la opresión del sistema, su literatura puede entenderse como una rebelación contra toda forma de poder. La también autora de títulos como Terroristas modernos, Malas palabras y Los combatientes combina su pasión por la escritura con su amor hacia la danza, lenguaje al que se entrega como coreógrafa e intérprete de la compañía Iniciativa Sexual Femenina, con la que actualmente gira por España precisamente con una pieza, Catalina, nacida a partir de unos textos de su última creación literaria.

P Hace ahora un año ganaba el Premio Herralde con Lectura fácil, una obra tan ácida como desternillante protagonizada por cuatro mujeres con discapacidad intelectual. ¿Qué le ha revelado, pasado el tiempo, esa novela?

R He confirmado la sospecha de que esa novela, como cualquier otra, es un producto, una mercancía que ya no me pertenecerá nunca más. Tomar distancia del texto, saber que es un producto, me relaja, me da alegría, porque como decía Victoria Abril, "si yo tuviera que andar con mis personajes, tener afinidad con todos los que he interpretado a lo largo de mi vida, los llevaría cargando como una bata de cola que no me dejaría avanzar".

P ¿En qué avanzó como escritora gracias a ese libro, un campo de batalla contra el machismo imperante y la opresión del sistema?

R El proceso de escritura significó a su vez para mí un proceso politizador, con el que puse en orden mis ideas y aclaré mis sospechas sobre la acción política y también sobre la danza.

P ¿Qué placeres le brinda la danza, un lenguaje que cultiva al frente de la compañía Iniciativa Sexual Femenina?

R En la danza el lenguaje es mucho menos claro que en la literatura, o mejor dicho sus lenguajes, porque tiene muchos y muy variados, no son tan fáciles de leer, ni de crear. La falta de forma en la danza, a la que llego normalmente por agotamiento, no la he podido experimentar todavía en la literatura.

P ¿Qué fue primero, la danza o la literatura?

R La literatura. Era lo que tenía más a mano. De pequeña hice flamenco, pero duré muy poquito; luego la retomé con 19 años. La danza me hace mejor escritora. Querer trasladar esa falta de forma, esa no necesidad de forma a la escritura facilita una literatura más libre, más radical, menos esclava de las formas estilísticas, ortográficas, sintácticas y gramaticales, aparte de que ayuda al cuerpo a estar sano y bien, porque una escribe con su cuerpo.

P ¿Contra qué se rebela su literatura?

R Si se pudiera rebelar contra algo sería contra el canon literario. Yo no manejo un fusil, mi arma como escritora es la literatura y el enemigo es el canon, cercenador y castrador. Ojalá mis novelas funcionaran como fusiles con ese fin. El canon literario es una institución de poder, integrada por suplementos culturales que te dicen lo que es literatura y lo que no, editoriales, tradiciones literarias que indican la alta y baja literatura, y por supuesto todos los sistemas de correción de la lengua, que van de la mano de la Real Academia.

P ¿Escribe desde la rabia?

R No me planteo la escritura como un lugar de resistencia y de ofensiva todo el rato. Generalmente entro en la literatura muy placenteramente. Lo que suele haber en mi escritura es gozo, no una tensión de enfrentamiento, quizá eso llegue desde una visión más holística, cuando la obra ya está empezando a tomar forma y uno puede ver que efectivamente puede ser un artefacto útil contra el poder.

P ¿Los premios le han otorgado poder?

R Claro, los premios son lugar de prestigio. No hay nada más que ver dónde estamos [mira a su alrededor, en los jardines del hotel Formentor]. Yo no me podría pagar esta estancia en un año de trabajo no literario. Los premios dan mucho poder y estoy aprendiendo a surfear con él, a sacar lo bueno que hay de ello e intentar torear lo malo.

P ¿Qué es lo malo?

R Eso lo estoy aprendiendo a gestionar bien y es que el hecho de ser invitada no significa que haya que ser complaciente con tu anfitrión. A mí me pueden invitar a hablar de foros muy diferentes y vinculados con el poder como pueden ser bancos o centros comerciales pero eso no significa que una haya firmado un guion de lo que tiene que decir.

P ¿Qué busca como lectora?

R No lo sé pero sí me doy cuenta que cada vez siento menos satisfacción en la lectura, cada vez me resulta más difícil hacer libros amigos. Diría que busco una huida del lenguaje y del relato normativo. Me interesan los textos políticos, el ensayo, los fanzines, textos anónimos...

P ¿Tendrá tiempo en Formentor para su próxima novela?

R La chispa de mi próxima novela todavía no ha aparecido. Con lo que estoy es con la próxima obra de danza. Ahora estamos girando con Catalina, una pieza que se alimenta de escenas de Lectura fácil. Todas mis novelas han nacido de modos distintos. Lectura fácil lo hizo a partir de una sensación profunda de libertad bailando, improvisando sola, en un espacio okupado en Barcelona, un lugar frío y no muy acondicionado para la danza. Otras novelas han nacido a partir de un encargo, como Malas palabras, que publiqué en Lumen. Ahí la chispa no surgió, hubo que construirla, una motivación que se construyó día a día. Y la anterior, Terroristas modernos, nació de un pensamiento romántico, querer ponerme en la piel de mis heroínas.

P El tema que se trata en la presente edición de las Converses literàries a Formentor es el de los Monstruos, bestias y alienígenas. ¿Qué monstruos le inquietan en su día a día?

R Estando en el aeropuerto con mi marido, cuando veníamos hacia Mallorca, vi un bolso de deporte grande que alguien había dejado en una esquina, sin dueño. En ese momento, de repente se hizo palpable toda la propaganda que se nos lleva haciendo desde el 11 de septiembre de 2001 respecto a los atentados y terrorismo. Ahí se despertó un monstruo en ese objeto, que me generó una sensación de peligrosidad enorme. Me molesté por tener mi cerebro configurado en ese sentido. Hubiera preferido sentir la necesidad de coger el bolso y llevármelo, porque igual había pasta. Ese hubiera sido el impulso natural, en lugar de alejarme.

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