“Llevo cuarenta años diciendo que no se debe hablar de literatura de mujeres, al igual que no hay literatura de hombres pero, por desgracia, en el inconsciente sigue marcada como cosa de hombres”, denunció ayer en Formentor, horas antes de recoger su premio, la escritora francesa Annie Ernaux (Lillebonne, Normandía, 1940).

Ernaux, que empezó en su oficio cuando contaba 22 años, confesó que “la memoria” es su “instrumento de escritura” y el pasado, “la mina de la que saco el material” para la literatura.

“La única manera de resurrección es la escritura”, afirmó, y “el monstruo” que más le preocupa, “el odio de un grupo de personas hacia otro”.

Como feminista comprometida señaló que todavía existe una “carga mental” de lo que ha significado el rol de la mujer tradicionalmente. Autora de una obra esencialmente autobiográfica e intimista, recordó cómo algunos de sus libros fueron recibidos con “condescendencia”, como La mujer helada, del que se dijo que era un “libro de mujeres”, o con el doloroso silencio, “total”, precisó, que generó El acontecimiento, en el que relataba su aborto clandestino. “Como escritora no me sentí sola pero sí incomprendida y me pesó mucho ese silencio”, reconoció una mujer que no duda en afirmar que “escribiría aunque no tuviera ningún lector”.

“Sin la escritura me sentiría vacía. La siento una necesidad desde que tengo veinte años, aunque no es ningún regalo. Sartre dijo que envidiaba los ojos de los porteros y porteras de las casas, una frase que me escandalizó en su momento, pero a veces a mí también me gustaría ser otra cosa en lugar de escritora”, subrayó.

El reparto de papeles entre hombres y mujeres “está cambiando, pero muy lentamente”, aclaró. “¿Por qué nunca se les pregunta a los hombres su opinión respecto al Me Too?”, un movimiento que recibió con “sorpresa e inmensa alegría”.

“No me lo esperaba. Llegué a escribir en mi diario que moriría sin ver el fin de la dominación masculina. Desde los años 90, cuando se acabaron los movimientos feministas, la palabra feminista era considerada peyorativa. Hasta las mujeres comenzaban diciendo: yo no soy feminista pero... Hoy es un movimiento casi mundial y eso me alegra”, insistió.

A pesar de que “las mujeres han tomado conciencia”, mientras no se dé la plena igualdad, en todos los campos, “el político, económico, doméstico y familiar”, en su obra las relaciones entre hombres y mujeres seguirán estando marcadas “por la tensión”. “No se puede consentir de que nos traten como seres inferiores”, aseveró.

En su intervención antes los medios, al mediodía, quiso manifestar su apoyo a los chalecos amarillos, a quienes “se ha intentado desprestigiar porque vienen de la base y se les ha llegado a acusar de antisemitas y misóginos”.

También lanzó dardos a Macron, “un político que presume de leer mucho pero que no considera la cultura como prioritaria. Lo suyo sólo son golpes de efecto, escaparates que no se traducen en nada”.

Y preguntada por si se le ocurre una salida para la crisis política en España, sonrió, y contestó: “La literatura no está hecha para aportar soluciones. Puede intentar explicar la situación pero no da soluciones. Dejen eso para los escritores españoles”.

Su editor, el citado Miguel Lázaro, quiso destacar el “orgullo” que siente ante el premio Formentor, no sin antes apuntar que la literatura de Ernaux “es más actual que nunca” y ha “conectado con una generación muy joven de lectores”.