La escritora francesa Annie Ernaux fue aplaudida ayer por una obra que desvela sin pudor la condición femenina y por un discurso en torno a la legitimidad de la literatura, un ejercicio de subversión para desenmascarar las jerarquías, sociales, masculinas y culturales, que le ha valido el Premio Formentor.

La autora, que sucede en el palmarés de este galardón literario al rumano Mircea Cartarescu, confesó durante la ceremonia que sintió "incredulidad" cuando se le anunció que había ganado el Formentor: "Me sentí dividida entre el orgullo y un sentimiento de ilegitimidad (...) Que el premio a lo largo del tiempo haya recompensado a pocas escritoras me situaba en una posición ambigua, la de lamentar la desigualdad anterior con respecto a las mujeres, a la vez que me sentía secretamente valorada como excepción".

El premio, dotado con 50.000 euros, lo entregó Marta Buadas en nombre de las familias Barceló y Buadas, que gracias a su mecenazgo sostienen un galardón literario que se remonta a 1961. Tras la ceremonia, la fiesta literaria continuó en los jardines, junto a la piscina, donde se vio, entre otros, al reciente premio Ramon Llull, Rafel Nadal; el director del Instituto Cervantes de Londres, Ignacio Peyró; o la escritora Inma Monzó.