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Blob

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La revista Paris Match, que no suele incluirse entre las hojeadas por los amantes de las cuestiones científicas, ha publicado un reportaje sobre un extraño organismo unicelular, el llamado "blob", que alcanza un tamaño gigantesco —hasta 10 metros cuadrados— doblando su talla cada día, que no puede ser clasificado como animal, hongo ni planta y que, al decir de la revista, no sólo adora la avena sino que reflexiona y resuelve problemas. Como es natural, noticias así deben ser tomadas con precauciones, en particular porque la revista dice que el organismo, Physarum polycephalum en su denominación científica, se descubrió en Texas en 1973 pero un año antes, al menos, ya se habían escrito artículos sobre su uso como modelo para la estructura de los cromosomas en las células eucariotas. Basta con consultar cualquiera de las enciclopedias abiertas de internet para comprobar que dicho ser no es tan misterioso: se trata de un microbio parecido a las amebas que pasa por una fase vegetativa en la que alcanza un tamaño muy grande y durante la que se nutre de comida. Su tamaño tan gigantesco resulta de la agregación de una multitud enorme de células individuales.

Pero todas esas cuestiones son tan técnicas como aburridas si se comparan con la afirmación de que el blob tiene pensamiento. Semejante afirmación procede, según Paris Match, de que a Toshiyuki Nakagaki, investigador del Research Institute for Electronic Science en la Hokkaido University (Sapporo, Japón), aprovechando el uso masivo del blob en los laboratorios, se le ocurrió situarlo en el centro de un laberinto y el organismo exploró todos los recovecos. Pero al situar comida en una de las salidas, dirigió el crecimiento de las nuevas células sólo hacia allí.

Aún más interesante es el trabajo publicado por Nakagaki y sus colaboradores en 2005 en la revista Physica A Statistical Mechanics and its Applications que utiliza la estrategia de exploración del blob para establecer modelos acerca del uso más efectivo de las comunicaciones por carretera entre ciudades de Estados Unidos. Pero ¿es eso en verdad un razonamiento por parte del Physarum polycephalum o bien una adaptación mecánica a los espacios disponibles?

Tres investigadores japoneses, Tomohiro Shirakawa, Yukio-Pegio Gunji y Yoshihiro Miyake han analizado en el año 2011 (su artículo apareció en Nano Communication Networks) la conducta adaptativa del blob en su fase vegetativa (plasmodium) preguntándose si cuenta en ella con memoria y capacidad de aprendizaje. La conclusión sugiere que sí, que puede disponer de algún tipo de experiencia de la que sacaría ventaja aunque los autores advierten acerca de las limitaciones de sus experimentos y prefieren esperar a que existan trabajos más completos. Pero ¿qué necesidad hay de esperar para que la imaginación vuele si hemos encontrado un ser parecido a los que aparecen en películas de terror como La masa devoradora?

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