Josefina Molina, flamante Premio Nacional de Cinematografía 2019, considera que su reconocimiento es "estupendo" para todas las mujeres del cine y ha celebrado que gracias a asociaciones como CIMA (Asociación de Mujeres Cineastas), la excepcionalidad y la soledad de ser una "rara avis" haya sido sustituida por solidaridad. "Pertenezco a una generación que vivió en un panorama político muy singular (una dictadura) y el hecho de que una mujer se dedicara a dirigir cine era una novedad, aunque hubo precedentes en la República y estaba Ana Mariscal. Éramos excepciones -rememora Molina en una entrevista con Efe-, y hasta tuvimos suerte porque como tales, hasta fuimos utilizadas".

"El régimen" -se explica la octogenaria- "podía fardar con nosotras de que en España también había directoras. Tuvimos la suerte de que éramos muy pocas, Cecilia Bartolomé, Pilar Miró, Mercé Vilaré en Cataluña y yo, pero seguíamos siendo excepciones, rara avis". Ayer, un jurado integrado por expertos en cine decidió sumar el nombre de Josefina Molina a los de otros ilustres cineastas, como Rafael Azcona, Carlos Saura, Luis García Berlanga o Antonio Banderas, por su "valiente manera de abordar la vanguardia, la autoficción y el clasicismo en su obra", siendo referente para "varias generaciones de cineastas, subsanando una deuda histórica con su carrera".

"Agradezco mucho eso; si soy un referente" -ha dicho-, "si he logrado que haya mujeres que hayan querido seguir este camino, pues estupendo", dice con total humildad a sus 83 años. El fallo también ensalza su labor como "empeño personal" porque haya "una mayor representación" femenina en la industria cinematográfica.

"Me siento muy orgullosa de pertenecer a CIMA , porque es lo que marca la diferencia: antes, como digo, éramos casos aislados, pero sobre todo estábamos solas. Es más, se fomentaba nuestro aislamiento y cada una hacia lo que podía por su camino. Ahora hemos sustituido esa soledad por solidaridad", enfatiza. "Ahora", añade "nos miramos con igualdad; hay muchas mujeres jóvenes haciendo un cine extraordinario y eso me da alegrías continuas", apunta esta excepcional mujer, también la primera en obtener el título de directora-realizadora en la Escuela Oficial de Cinematografía. Celebra que el premio reconozca "su mirada libre y sin prejuicio, esencial para comprender la situación de la mujer en los años de la Transición". Al respecto dice: "Sí , pero eso no lo he hecho yo sola" y recuerda "a las muchas mujeres de mi generación que se quedaron en el camino porque no tuvieron la suerte o no se les dio la circunstancia y abandonaron, pero tuvo que haber gente con mucho talento". dice la directora de Esquilache (1989).

El galardón fue concedido por primera vez a Carlos Saura en 1980, a quien siguieron, en 1981, Luis García Berlanga y en el 82, Rafael Azcona. La última en recogerlo fue Esther García, productora de las películas de Pedro Almodóvar.