Ver sobre cualquier escenario dos pianos de gran cola frente a frente es algo que produce una sensación curiosa. Dos elementos que se complementan, acústicamente y también físicamente, los dos encajados con los pianistas viéndose las caras y leyéndose los movimientos y las intenciones. Un concierto de dúo de pianos tiene algo de especial.
¿Quién manda aquí? ¿Quién domina a quién? ¿Cuál de los dos es el protagonista y cuál el acompañante? Esas preguntas pueden surgir ante un recital a cuatro manos con dos instrumentos en juego.
Pues bien, el Festival Chopin de Valldemossa propuso el pasado domingo un concierto de esas características, dando la oportunidad a dos jóvenes solistas mallorquines para demostrar cuánto valen como tales: Magí Garcías y Joan Travé. Ambos, frente a frente, ofrecieron una sesión curiosa y muy bien resuelta musicalmente. Garcías y Travé sabían lo que se traían entre manos, versiones de obras no pensadas para dos pianos.
Para empezar una delicada Sonatina sobre la introducción orquestal de la cantata Actus Tragicus de Bach. Sublime la obra inicial y muy interesante la adaptación hecha por Gyorgy Jurtag que los intérpretes resolvieron con maestría, para, sin pausa, interpretar, correctamente, la innecesaria versión de la Sonata número 2 de Chopin hecha por Saint-Saëns. Innecesaria pues la original supera, con creces, la adaptación. Lo que puede conseguir Chopin con un piano que no lo destruya nadie. Muy bien interpretada la famosa Marcha Fúnebre.
En la segunda parte las Danzas Sinfónicas de Rachmaninov, que el mismo compositor adaptó para dos pianos. Por lo que a la interpretación se refiere ésta siguió por las mismas líneas de corrección.
Una cierta frialdad en los saludos no impidió que el público agradeciera un bis.
Obras de Bach, Chopin y Rachmaninov
Cartoixa de Valldemossa
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Magí Garcías y Joan Travé, pianos
Festival Chopin. 18-08-19
