Estos días, las calles de Berlín muestran carteles anunciando las diferentes propuestas que, para la ciudad, ha preparado el director de orquesta y pianista Daniel Barenboim, para celebrar el veinte aniversario de la West-Eastern Divan Orchestra: dos conciertos, así como conferencias, encuentros, ensayos abiertos y conversaciones con intelectuales y artistas para dar un valor añadido a la música clásica, relacionándola con otras disciplinas.
En uno de esos conciertos de aniversario, el director argentino ha querido contar con su hijo Michael, un violinista que poco a poco ha ido consolidándose como solista internacional y pedagogo de primera línea. Los Barenboim proponen un programa dedicado a otra gran "B" de la historia de la música, Beethoven, con su Concierto para violín y su Séptima sinfonía. La elección de Beethoven como único compositor del evento no es casual, el director ha querido, de alguna forma, adelantar el que será el Año Beethoven ya que en 2020 se cumplirá el 250 aniversario de su nacimiento.
En el otro concierto Barenboim y la Divan Orchestra han contado nada menos que con la violinista Anne-Sophie Mutter y el violonchelista Yo-Yo Ma, quienes, junto al pianista y director interpretaron el Triple Concierto también del compositor de Bonn.
Fundada en 1999 por el maestro argentino/israelí y por el intelectual palestino Edward W. Said, la Orquesta Divan está formada por músicos de Israel, Palestina y otros países de Oriente Medio, como forma de afirmar que la convivencia pacífica puede darse en un contexto artístico. La música, según Barenboim, une a las culturas y hace olvidar momentos de contienda. Hoy, la West-Eastern Divan supone todo un referente internacional en la defensa de valores como la paz y la tolerancia a través del lenguaje universal de la música. Las primeras sedes fueron Weimar y Chicago hasta que, en 2002, la sede de la Orquesta se estableció en Sevilla, gracias al apoyo de la Junta de Andalucía.
No es la primera vez que Daniel Barenboim participa, en verano, de la vida cultural de la capital alemana. Desde hace años el llamado Festival Barenboim llena los meses de julio y agosto berlineses de buena música, así que no es casual el hecho que la Staatskapelle Berlin, una de las grandes orquestas del mundo, le haya nombrado director vitalicio.
