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Antropoceno

Antropoceno

Las épocas geológicas son unidades de tiempo referidas a series rocosas pero a las que se suele identificar con un determinado conjunto de organismos. Así, el Paleoceno (que comenzó hace cerca de 65 millones de años) marca el rango temporal que siguió a la extinción de finales del Cretácico en la que, entre otros muchos seres, desaparecieron los dinosaurios. El Eoceno, la época siguiente, se extiende desde los 58 a los 34 m.a. y, si nos remitimos al orden al que pertenecemos, el de los primates, Paleoceno y Eoceno ilustran la evolución que llevó a que apareciesen los primeros seres arbóreos con pulgar oponible y visión estereoscópica, rasgos que, por cierto, hemos heredado los humanos.

Se tenía al Holoceno por la época más reciente del periodo Cuaternario, incluyendo a la actualidad. Pero si las épocas deben hacer justicia a las biotas, a los conjuntos de organismos que las caracterizan, lo cierto es que el Holoceno, que se extiende a partir de que terminase la última gran glaciación —por ahora—, es decir, 12.000 años atrás, resulta un tanto impreciso. Porque si hay un fenómeno que destaca en la fauna y la flora actual es el de la destrucción que nosotros, los humanos, estamos llevando a cabo con un éxito notable en los tiempos más recientes. Así que a caballo del cambio último de siglo comenzó a utilizarse el nombre de Antropoceno para esta última época ligada a la sobrepoblación humana en el planeta.

Existen pocas dudas acerca de que la acción antrópica merece ser reconocida pero los científicos difieren respecto de cuándo cabría fijar el inicio del Antropoceno. En términos cualitativos, parece que el momento en que las emisiones de gases contaminantes debidas a la actividad humana comenzaron a transformar el clima de la Tierra coincide con la llamada Revolución Industrial. Pero lo que vale en términos de sentido común resulta insuficiente a los efectos científicos. Así que la Comisión Internacional de Estratigrafía (ICS, en sus siglas en inglés), que es la que define las unidades globales de la escala geológica del tiempo y publica el mapa internacional de cronoestratigrafía, ha creado un comité de 34 investigadores bajo el nombre de Anthropocene Working Group (AWG) que se encarga de encontrar criterios objetivos capaces de definir en términos precisos el comienzo de esa época tan humana.

Como indica la revista Nature, el AWG ha seleccionado una decena de lugares en todo el mundo para buscar en ellos, en su sucesión de estratos, huellas del reflejo geológico de la actividad antrópica. El lago Crawford, en Ontario (Canadá) contiene en sus acumulaciones de barro indicios valiosos que permiten obtener evidencias de los cultivos de maíz de los indígenas iroqueses que cambiaron el paisaje del lago, así que es razonable pensar que, en ese o en otro de los lugares elegidos, se encontrarán indicios sólidos del cambio brutal del Antropoceno. Y no nos van a gustar.

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