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Crítica de cine

Me siento oscura

Se asimila mejor esta película recordando que Hereditary (2018), la anterior del director Ari Aster, era de miedo bastante académico, interesante por afilar las psicopatologías de sus personajes. La principal novedad de Midsommar está insinuada en el título, filme de cuasi terror sin una sola escena nocturna por estar localizada (sobre el guion) en latitudes nórdicas y fechas en las que el sol no se llega a poner.

La voz, la autoría de Aster se aprecia en la realización, la fotografía, la música. Y en el guion. Sigue a una chica (Pugh) que intenta superar una tragedia familiar acompañando a su novio y amigos a un viaje a Suecia para presenciar la celebración del solsticio veraniego en una comuna que ha resucitado tradiciones ancestrales. La película descoloca y es muy larga. La trama superficial utiliza el señuelo intelectual de (seudo) antropología y el visceral de suspense con aroma Diez negritos y toques de gore. Bajo esa capa retumba el tema de la fragilidad emocional de la protagonista. Arranca angustiada por su depresiva hermana, se cuelga después del cuello de su novio y acaba en la telaraña de la secta pero liberada, segura de sí misma. Ese personaje y actuación están bordados. Hay tensión adicional porque los personajes están no en un mundo arbitrario, como creen, sino en uno que se rige por reglas que tardan demasiado en comprender. Refuerzan algunos guiños cinéfilos e ironías como que un personaje llamado Christian tenga un final tragicómico como víctima de un rito pagano. No remata el guion por la longitud y lentitud del tramo central y la flojera de los personajes masculinos. Película arriesgada, incómoda, con sustancia.

Midsommar

****

Nacionalidad: Estados Unidos, 147 min. Director: Ari Aster.

Actores: Florence Pugh, Jack Reynor, Will Poulter, Isabelle Grill.

Cines: Rivoli, Ocimax, Artseiste Fan, Cinesa Festival Park, Multicines Manacor.

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